Caterina Ciufegni no olvida las historias de las personas que ha conocido en los rescates. De aquel chico africano que vio morir torturado a su amigo en un centro de internamiento libio. De la mujer camerunesa que fue violada mientras esperaba para embarcarse en una patera. De los sirios o afganos que sobrevivieron al incendio en el campo de refugiados griego de Moira. “Cuando el barco logra desembarcar, la gente estalla de felicidad, nos abrazamos y lo celebramos, pero yo pienso en todo lo que les queda por delante, en que no será fácil, en que su camino no ha hecho más que empezar... Y esa es quizás la parte más difícil de este trabajo”, dice esta doctora italiana de 37 años que lleva casi una década viviendo en Berlín.
Diario de a bordo (III): Las mujeres expatriadas del Astral (leer noticia)