En su película más autobiográfica hasta la fecha, la británica Joanna Hogg se aleja un poco de su estilo cerebral para jugar más con primeros planos o música. Quizá por la latencia del recuerdo, intensifica su relación con el sentimiento y el drama, sin que eso signifique sentimentalismo ni melodrama. Su cámara sigue siendo, sobre todo, estática, pero el ir y venir de los personajes en el plano, el lenguaje corporal o las emociones evocadas supuran intensidad, reprimida o no.
'The souvenir': fragmentos de un romance complicado (leer noticia)