Dejar de fumar es una decisión muy complicada y que conlleva muchos meses de adaptación. Aunque hoy en día existen centenares de métodos que te pueden ayudar, la fuerza de voluntad sigue siendo clave en todos ellos. Los beneficios de cortar con este hábito se hacen evidentes en poco tiempo: mejora en la respiración, más energía, mejor salud bucal y la percepción de mejor sentido del gusto y del olfato.
Todos ellos contribuyen a una mejor calidad de vida, pero los riesgos que supone fumar no desaparecen tan rápidamente. De hecho, pueden persistir durante décadas y muchos ellos no llegan a desaparecer nunca. Esto es lo que sostiene un nuevo estudio publicado en JAMA Network Open, que revela que el riesgo de desarrollar cáncer no se reduce por completo al dejar de fumar, sino que se mantiene elevado durante años, incluso después de dos décadas sin consumir tabaco.
Los autores del estudio, dirigidos por Farhad Islami del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, analizaron datos de más de 1,3 millones de adultos en Estados Unidos durante un período de seguimiento de hasta 30 años. Los resultados mostraron que, si bien el riesgo de cáncer disminuye significativamente con el tiempo en los exfumadores, este sigue siendo mayor que en las personas que nunca han fumado.
Se mantiene el riesgo de cáncer
En particular, el estudio encontró que el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón en exfumadores sigue siendo un 20% mayor que en las personas que nunca han fumado, incluso después de 20 años sin consumir tabaco. Y el riesgo de desarrollar otros tipos de cáncer, como el de cuello, esófago, vejiga y riñón, también se mantiene elevado en exfumadores durante muchos años.
Los autores del estudio insisten en que "dejar de fumar es lo mejor que puede hacer un fumador para mejorar su salud", dijo Islami en un comunicado. "Sin embargo, nuestro estudio muestra que los exfumadores no deben bajar la guardia. Es importante que continúen siendo conscientes de su riesgo de cáncer y que tomen medidas para reducirlo".
Investigaciones anteriores han demostrado que los fumadores que empiezan más jóvenes tienen mayor riesgo de mortalidad que los que empiezan más tarde, y que dejar de fumar (especialmente a edades tempranas) reduce sustancialmente ese riesgo.