Tres usos del limpiador de moda que seguramente no conoces

Jabón potásico, más conocido como jabón Beltrán

Antiguamente, las abuelas y madres españolas recomendaban el uso del jabón Lagarto para todo. ¿Una manchita difícil en cualquier tipo de ropa que no sale? Frotas con jabón Lagarto la zona y pones la prenda en la lavadora, y desaparece.

¿Tienes la cara grasa y con tendencia acneica? Nada mejor que el jabón Lagarto para arrastrar la grasa y suciedad, ya que, al estar compuesto por ingredientes naturales como el sebo, agua, sal y sosa, suele funcionar muy bien en las pieles sensibles y con tendencia a alergias cutáneas.

Si lo usas para el cabello, te ayudará a conseguir más volumen y brillo. Y es ideal si padeces problemas capilares como la caspa, puesto que ayuda a combatirla.

Parecido al jabón Lagarto y también nacido en el País Vasco es el jabón Chimbo, cuyo Ph neutro de 5,5 (idéntico al del manto ácido de la piel) y sin apenas perfumes también le hace apto para la mayoría de las pieles y cuya eficacia contra las manchas difíciles en la ropa era similar.

Las madres y abuelas de hoy en día se han pasado al jabón Beltrán, un jabón potásico que es también multiusos: lo mismo sirve para eliminar manchas difíciles de comida (en ropa y baberos de bebés, por ejemplo) como para eliminar las manchas de sudor o de maquillaje.

Pero como también sirve para eliminar las manchas de grasa, es muy efectivo para dejar relucientes de nuevo las bases de ollas y sartenes ennegrecidas. Con poco producto -algo básico, porque suele hacer mucha espuma y es difícil de aclarar- se puede poner en un nanas o estropajo y frotar, teniendo cuidado de no rayarlas.

También se puede usar como insecticida. Se coge un pulverizador y se añade agua caliente con dos cucharadas de jabón Beltrán para ahuyentar mosquitos y otros insectos de tus plantas.