Seguramente la épica se la lleva un maratón, pero para llegar a ella antes hay que ir subiendo peldaño a peldaño para que no se nos atragante la experiencia. En nuestra primera carrera te tienes que llevar un buen recuerdo de ella para volver a repetir. Una buena manera de saber a qué carrera apuntarte es tomar de referencia los kilómetros que haces entrenando de forma controlada. En España son masivas las pruebas de 5 y 10 kilómetros y ese tipo de distancias bien gestionadas suelen ser una buena manera de comenzar en el mundillo de las carreras populares.

A una carrera se va con la lección aprendida. Las zapatillas que usamos para rodar, la ropa que nos suele ir más cómoda entrenando, los ritmos que ya tenemos asumidos cuando salimos a correr. En una carrera no se estrena nada, porque no hay nada más dañino en una prueba de estas características que ser consciente de que has echado a perder un gran trabajo previo cuando que lo tenías todo bajo control excepto aquello en lo que decidiste 'innovar'.

Es básico que los nervios, que seguramente los tendrás, no nos superen, y para eso no hay que añadir más a los ya asumidos de un debut en una carrera popular. Cómo podemos evitar: pues teniendo bajo control aquello que está en nuestras manos: las piernas, el material y el tiempo. Sobre esto último, nos vamos a ahorrar esas escenas de estrés de última hora si llegamos a la carrera con suficiente antelación (al menos, una hora antes), para poder situar dónde están los servicios (guardarropas, lavabos, zona de salida), calentar con tranquilidad y quedar con la familia ay amigos (pacata previamente el punto de reunión).

A no ser que hayas entrenado específicamente para ello, y te hayas asesorado bien con algún experto sobre tus capacidades, suele ser un error el obsesionarse con cumplir con un objetivo de tiempo en el debut en una carrera popular. Y es que si no estás habituado a competir, la carrera se te puede hacer muy larga. En una prueba deportiva no solo te enfrentas a un crono de un punto A a un punto B, también entran otras variables que condicionan tus evoluciones como el tener que adelantar a otros corredores, el tomar el avituallamiento, las inclemencias meteorológicas, el perfil de la carrera...

El ritmo de carrera debe haberse entrenado mucho previamente y siempre hay que saber adaptarse al perfil que se te presente: si es una subida, toca ir un poco más lento; si estamos bajando, no acelerar más de la cuenta. El ritmo ideal es aquel en el que tienes todo el rato la sensación de que podrías meter una o dos marchas más y de que puedes hablar fluidamente, no hay que forzar más allá porque esa energía que guardes será bienvenida en el tramo final. Pero lo más importante: tú te conoces gracias a los entrenamientos, así que ya sabes cuáles son tus límites.

En una carrera de 5 kilómetros es poco probable que tengamos avituallamiento a mitad de carrera -solo es habitual en verano porque la necesidad de hidratación es aún más palmaria-, así que es importante llegar bien hidratados a la línea de salida. Sucede lo mismo con una prueba de 10 kilómetros, pero en este caso en la mayoría de carreras tendremos un punto de abastecimiento a mitad de carrera y aquí es básico no saltárselo, ese agua siempre es bienvenida para prevenir la deshidratación y poner en riesgo nuestra salud. No importa perder unos segundos para dar varios tragos al agua. Es más, es totalmente recomendable.

Cruzar la línea de meta te permite conseguir tu objetivo y ese es uno de lo muchos recuerdos que te deja una carrera popular. Pero hay más. El proceso para llegar a la línea de salida suele resultar de lo que uno puede estar más orgulloso; la misma carrera siempre deja anécdotas para el recuerdo; y el momento en el que podemos compartir y socializar con la gente que ha corrido a tu lado los pormenores de la prueba y hasta entablar nuevas amistades es uno de los grandes motivos por los que las carreras populares son tan... sí, populares.