La televisión asesinó a la entrevista. Como un perro que se sacude el agua tras bañarse en un charco asqueroso, salió pulverizado el estilo de entrevista larga y pausada típico de figuras como Soler Serrano o Jesús Quintero, y despareció. Fue Quintero quien dio la explicación en una charla reciente con el poeta Jesús F. Úbeda, autor del estupendo ramillete de coplas Estado incivil (Huerga y Fierro) y uno de los mejores entrevistadores de la prensa escrita en el presente. Le dijo Quintero que dejó de estar en la televisión porque la televisión ya no se fía de la gente como él, es decir, de los alientos largos y los afanes de profundidad. El dogma del formato es que los espectadores, que son idiotas, sólo aceptan ritmo vertiginoso, ligereza festiva o agresividad. De ahí salen, con alguna honrosa excepción, todos los tipos de entrevista que pueden verse en la tele, de un dogma.
OPINIÓN
Los nuevos Soler Serrano
La audiencia de hoy no aceptaría una entrevista tranquila de una o dos horas a personajes poco famosos como un antropólogo, un científico o un intelectual.
Programas de Youtube y podcasts han resucitado un género que la prisa histérica de los medios de comunicación había quebrantado.
Joaquin Soler Serrano (izquierda) en su programa de entrevistas ’A Fondo’.
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