Desde la emisión de 'Juego de Tronos' (Movistar y HBO) nunca una serie de televisión había recibido tanta atención como 'El juego del calamar'. A pesar de solo haber pasado treinta días de su estreno en Netflix, el alud de comentarios, artículos, opiniones y variopintas analíticas ha sido colosal. He visto que en la mayoría de este enjambre se coincide en que es una serie muy adictiva. Pero no explican por qué es adictiva. Pues es sencillo: crea adicción porque saben que el género humano se va a pirrar por ver a quien matarán en el próximo capítulo, y qué jueguecito usarán para matarles. O sea, una combinación de ludopatía y crímenes. Pero el final de la serie es flojísimo. El golpe, el gancho, es el desarrollo. Una vez visto cómo les van liquidando a casi todos, el final ha sido un trámite. Pretendían una paradoja pero a mi juicio no les ha salido.
Tú y yo somos tres
La crítica de Monegal: el 'Calamar' en versión 'indepe'
Versión de ’El juego del calamar’ (Polònia).
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