Ha conseguido TVE-1 terminar septiembre con uno de los registros de audiencia más bajos de su historia. O sea, las cosas no es que vayan mal, van a peor. Nunca he considerado que conseguir un gran consumo televisivo sea forzosamente sinónimo de calidad. En materia gastronómica, por ejemplo, siempre advierto que si nos fijásemos solo en el número de comensales llegaríamos a la conclusión impepinable de que el mejor restaurante del mundo es el McDonald’s. El problema de TVE-1 es que une a su escasa audiencia unos bajos parámetros de interés y calidad. Emite trabajos incomprensibles. Por ejemplo esa nueva serie supuestamente cómica titulada 'Historias de Alcafrán', que afortunadamente después de cinco capítulos se ha retirado. Era infumable. Parecía que estábamos en la tele que se hacía en los años 60  del siglo pasado.  En la BBC ese producto no habría pasado ni el primer control del guardia de la entrada.