Hay una norma en el mundo de la tele, una práctica no escrita de protección entre ellos mismos, que podríamos condensar en aquel adagio que dice: entre bomberos no nos pisamos la manguera. Este gremialismo proteccionista viene funcionando sobre todo cuando ocurren sucesos vidriosos, turbios, que afectan a la vida privada de los altos directivos de una cadena, o a los grandes productores que les suministran contenidos. En esa forma de hacer televisión, que entra a saco y hace de la intimidad de los demás su objeto de negocio, la excepción es cuando afecta a sus propios directivos. Por eso ha sorprendido a más de un observador que Tele 5 haya entrado tan a saco en el caso que enfrenta a  Josep María Mainat y a su esposa Ángela Dobrowolski, presunto intento de asesinato incluido.