ENTREVISTA

David Verdaguer: «Sin duda el humor es la manera más fácil de hablar de cosas serias»

El actor, que presenta el programa 'Tabús' en TV-3, explica su experiencia como presentador de un programa que se ríe de los prejuicios que se tienen con algunos colectivos

El actor David Verdaguer, presentador de ’Tabús’ (TV-3).

David Verdaguer (Malgrat de Mar, 1983), ese actor  a  un mostacho pegado, vivía volcado en la interpretación, hasta que le propusieron presentar Tabús (TV-3), un programa que se ríe de lo que nadie debería reírse. Y lo hace con ellos, no de ellos. Por lo que no dudó en confinarse una semana para conocerles y regalarles un monólogo que es todo un homenaje.

No me diga que ha aprovechado el confinamiento para apuntarse a  la moda de raparse. Sin su exceso capilar no sería el mismo...

Al contrario, ahora es aún más heavy: parezco una pelusa, un asterisco. Es más, me he dejado la barba, porque me crece muy rápido el pelo, con lo que parezco un náufrago. Y el confinamiento se lleva como se puede. Tengo una niña pequeña, que hará 3 años, pero por suerte es muy tranquila. Es lo que toca. Es horrible, pero es lo que hay que hacer. Compro una vez a la semana, venimos cargados como sherpas, y ya está.  

¿El otro confinamiento, el vivido en Tabús

Yo no quería conocerles en el casting. Quería que me sorprendieran. Cuando llegué a la casa solo había visto su foto y sabía su nombre y el colectivo al que pertenecían para hacer la entrevista.

Ah, ¿no están preparadas? ¿La naturalidad con la que pregunta no es obra de un buen actor?

No. En las entrevistas les escucho de verdad, porque no sabía nada de ellos antes. Yo voy preguntando. Si algo he hecho durante toda mi vida es hablar, mucho, y para mí hablar implica escuchar. Yo hablo absolutamente con todo el mundo. Y si encima tienes delante a cuatro o cinco personas con unas vidas interesantes... Fue un confinamiento de una semana, pero será de por vida. Y ahora tengo unos colegas. Es la clave. Para hacer humor, sobre todo con estos temas, hace falta amor. Sin duda el humor es la manera más fácil de hablar de cosas serias.

Dice que cuando le propusieron este proyecto no lo dudó. Muchos no aceptarían el reto. No es fácil. 

Me lo dijeron hace dos años. Desde el APM! de TV-3 que no hacía algo de no ficción: solo pelis y series. Es decir, nada de: David Verdaguer hace cosas. Cuando me explicaron de qué iba dije: «Eso no solo quiero hacerlo, sino que tengo que hacerlo». Y pedí ser productor ejectivo y guionista del programa para tener el control. Porque creo en el formato. Siempre he defendido que se puede hacer humor de todo y es lo que estamos demostrando. Habrá gente a la que le gustará y a otra a la que no. Pero los invitados se han reído mucho y se lo han pasado muy bien, porque es un homenaje para ellos.

"Siempre he defendido que uno se puede reír de todo y es lo que estamos demostrando en este espacio"

Habrá quien pensará que solo nos faltan ahora historias tristes para deprimirnos más. En cambio, otros verán que son historias de superación y dan ánimos. Un mensaje optimista desde el humor.

Sí, claro. Los protagonistas son ellos, los que salen en la carátula. Sin mí habría programa, porque otro presentador lo haría mejor o peor, pero sin ellos, no. Sin ellos no habría programa. El casting es buenísmo. La gente explica su vida. No hay dramatismos, no buscamos la parte amarillista de las cosas ni apretarlos. No hay nada más potente que una persona explicando lo que le pasa, lo que siente o lo que sufre. Y eso es para mí la grandeza del programa.  Nos ha tocado el confinamiento y el coronavirus y estamos más sensibles, sí. Pero ha salido cuando ha salido, y habrá gente que  piensa que no está para hacer bromas. En cambio hay otra que lo agradece. 

¿Saber reírse de las desgracias?

Lo único que quiero recordar a la gente es que les pueden agradar las bromas o no, pero que recuerden que solo son bromas y que se deben preocupar de la  gente que lo dice en serio. Pero nunca de los cómicos, porque se nos da una responsabilidad que creo que no tenemos.

Dice que lo podría presentar  otro, pero usted pone la dosis justa de empatía, simpatía, amor... y no es sensiblero, les trata con normalidad. Hay que tener mucha mano...

No sé si tengo mano o no. La empatía es importante, eso es cierto. Yo hacía de monitor en un esplai y había niños de educación especial y he tenido algún amigo de un colectivo del programa. Y siempre he entendido que la gente no les debe tratar como a pobrecillos o superhéroes... En el programa, en algún momento me he emocionado y me he aguantado, y en una parada iba a otra habitación a llorar y volvía. Porque el presentador debe estar en segundo término. Y que si alguien quiere llorar o emocionarse en su casa que lo haga. Pero yo no puedo alterar eso.

Que el humor salva vidas es algo que usted ya sabía. Pero ¿qué ha aprendido con este programa?

Muchas cosas: algunas que ya sé y otras que las iré descubriendo cuando vayan pasando cosas en la vida. Algo muy tonto: yo soy una persona bastante negativa para mí. Siempre digo que soy un pesimista vitalista. Pero no de esos de bajón... Desde la amargura, pero alegre. Y esto puede servir para no mirarnos tanto el ombligo, que, a veces, todos caemos en eso. Sobre todo los actores. Y eso me ha dado más amplitud de miras en la vida. Miro más hacia fuera. Y me ha costado menos entender lo que le pasa a la gente.

Los monólogos son brillantes. Detrás sí que habrá guionistas.

Son guionistas muy buenos... y también yo, con mis chistes. Para un guionista es un regalo del cielo que te permitan hacer humor sobre cosas de las que normalmente no se puede. Es fantástico. Aunque también hacemos bastante autocensura. El monólogo en La Paloma es como un homenaje a los invitados, como un final de fiesta de su historia y convivencia. Se trata de reírse, no de ellos, sino con  ellos.

Para un cómico, que no le rían un chiste es duro. Pero, en este caso, puede dar verdadero pavor...

Cuando un cómico se enfrenta a un público y hace comedia, siempre le da miedo que no se ría. Pero no he sufrido más ante el público de Tabús, ya que es actuar para amigos. Y  lo sé porque he hablado con ellos después. Es que un señor te está dedicando un monólogo... Siempre salgo con miedo al escenario y con respeto, pero aquí no más que en otras ocasiones, no más que haciendo una obra en el Poliorama, vamos.

Hay que reconocer que uno aprieta la mandíbula con ciertos chistes con tensión, aunque sean muy buenos, pero cuando ve a los invitados reírse de sí mismos...

Hay ese impás en los monólogos en que la gente del público no ríe hasta que lo hacen los protagonistas. Lo bonito de este formato es que es bastante redondito. Igual no te hacen gracias las bromas sobre la ceguera, pero cuando ves a  un ciego riendo de bromas sobre ciegos, quién eres tú para decir que eso no hace gracia. Mis colegas me envían capturas de tuits. Y había uno muy bonito que decía: «En Tabús tienen gasolina y una cerilla, pero nunca se prende fuego». Siempre estamos en ese nivel de ¡cuidado, que es peligroso!, pero nunca traspasamos la barrera del mal gusto.

"Todo el tiempo estamos en ese nivel de ¡cuidado!, pero nunca traspasamos la barrera del mal gusto"

El programa es originario de Bélgica. Allá, como tienen la eutanasia y demás serán más abiertos.

Allí vi un par de programas, y comprobé que su humor negro comparado con el nuestro es muy blanco.  Aquí  tenemos esa parte cabrona.

Impactan las entradas del progama. Empiezan fuerte...

Sobre todo la de los enfermos terminales... Es muy fuerte. Pero es una buena manera de entrar, así, a saco. Y después viene  la historia personal normal y el monólogo. Tienes el beneplácito, la aprobación de ellos. Saben qué pasará, porque se lo explicas y cuando están grabando, se mean de risa. Y eso es maravilloso.

Hay quien encuentra en Tabús algún parecido con TabúsEl foraster

Es normal, porque El foraster es un programa que lo hace Quim Masferrer en TV-3 y lo hace muy bien, pero su monólogo es más vivencial,  en cambio, en el nuestro, aunque hay un guiño a cada personaje, es más de temas: la pobreza, la obesidad... El foraster es un programa danés y el nuestro es belga. Monólogos hay siempre. Alguien dijo que Tabús es como El foraster, pero en hijoputa. Pero, claro, es que nuestro tipo de humor es negro. Tenemos estilos muy diferentes. Quim es increíble y yo soy fan de él y de su programa.

"Alguien dijo que 'Tabús' es como 'El foraster', pero en 'hijoputa'. Es que nuestro tipo de humor es negro"

Con todo los temas se puede empatizar. Incluso uno puede ser negro. Mire los médicos del coronavirus que mudaron de color de piel.

Es cierto... Sí, en todos los programas podríamos ser uno de ellos.  Y también puedes ser de otra etnia o un migrante si te vas a otro país. En cuanto a la pobreza, con esta crisis de salud y económica, todos podemos llegar a ella. Joan decía en ese programa: «¿Personas en riesgo de exclusión social? Todos lo estamos constantemente». Y tiene razón. Y un momento como el actual lo demuestra. Nadie está en una urna. Todos podemos pasar por todo y eso es lo bonito del programa: que tengas empatía como telespectador.

El que menos audiencia tuvo fue  el de los enfermos terminales. Y eso que era el más optimista. 

Mucha gente ha prejuzgado. Y eso que ese programa está muy bien: el monólogo es brutal,  todos nos moriremos y, además, ellos son maravillosos. Pero creo que irán muy bien las descargas a la carta y el boca en boca.  Les dirán: «Tienes que verlo».

Se ha dedicado más a su faceta de actor y no le ha ido mal: un Goya con Estiu 1993 y un Feroz y un Gaudí por Estiu 199310.000 kilómetros

Y un Gaudí por Tierra firme, que  no ha visto nadie, y me sabe muy mal. Los premios ayudan, pero eso no quiere decir que sea el mejor actor. Porque eso va a modas. Son como un golpecito en la espalda. 

Una duda: Els dies que vindran 

Es ficción narrada como documental. Lo único que es de verdad es que Maria [Rodríguez] estaba embarazada y es mi señora.  El parto no era real. Se grabó un año despúes. Además, imagine: era nuestra primera hija y entrar en eso... No nos venderíamos tanto. Maria y yo no somos Mario y Alaska. No era el reality de los Verdaguer-Rodríguez (ríe).

¿Qué proyectos le ha aplazado la alerta sanitaria? 

La película Uno para todos, que es muy chula, sobre un profesor de secundaria, debería estrenarse en estos meses, pero con el coronavirus no sé cuándo será. Incluso iba a ir al Festival de Málaga.  Y luego tenía un rodaje en Grecia y tengo una obra teatral que se estrenará en noviembre. Esperemos que para entonces puedan abrir por fin los teatros.