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En la actualidad, Ramos Gordón está jubilado y retirado en una casa sacerdotal.  

Évole le pregunta al obispo. "No puedo hablar sobre esto. Es la santa sede. Yo acabo de llegar", responde.

"Usted llegó en el 2015. La sentencia la impartió usted y se tardó nueves meses en hacerla público", le contesta Évole.  

El pasado septiembre, el papa Francisco sentenció que no hay perdón para los curas pederastas.  

Y, a finales de noviembre, los obispos españoles pidieron perdón por primera vez por los menores víctimas de abusos sexuales en el seno de la Iglesia.

El pasado mes de junio, el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el cardenal Ricardo Blázquez, reconoció que la Iglesia no ha reaccionado “debidamente" frente a los abusos sexuales a menores.

Évole aborda al obispo de Astorga y le pregunta por el caso Ramos Gordón. "Está todo bajo secreto pontificio", responde, aunque la sentencia ya es firme".

Évole intenta aclarar las acusaciones, pero no hay respuesta. 

"Si la Iglesia no hace cambios drásticos, no va a cambiar nada. Las víctimas no le importan nada. Solo la institución. Por eso, no me callo", concluye Javier. 

Javier cuenta que su hermano murió a los 36 años de accidente sin superar aquello. Javier dice que va a luchar "por su hermano, su hijo y por todos los niños".

En el 2016, por ejemplo, crecieron un 43% las denuncias por abusos sexuales en Catalunya, a raíz del ‘caso Maristas’. Fue destapado por EL PERIÓDICO.

Javier comenta que se enteró del homenaje que le iban a hacer a Ramos Gordón. "Han hecho todo lo más normal posible, mientras yo estaba callado".

La gente no ha hecho más denuncias porque "tienen miedo", dice.

Un exalumo de La Bañeza dice que estaba haciendo misa en Tábara. "Allí se tiró 30 años siendo el rey".

Los vecinos dijeron que querían hacer un homenaje de despedida porque no conocían la denuncia. 

Bastante dice que la pena se incumple porque está a punto de jubilarse. Y la víctima se siente perjudicada. 

"El método no es el normal, pero es eficaz", le dice a Javier un alto cargo del obispado de Astorga. 

Ramos Gordón también declaró unas cuantas veces, pero Javier no conoce su declaración. Dice que había reconocido los hechos y saca la sentencia: "Dice que está sinceramente arrepentido y pide perdón por su conducta".

"Privación de sacerdocio no inferior a un año...".

"Para mí, eso es una burla", expresa Javier.  

"El juez canónico me dijo que un sacerdote defendió mucho a Ramos Gordón". También explica Javier que fue a declarar al tutor.

"El 5 de enero lo ascendieron a vicario de Ponferrada".

"En el 2014 salió el 'caso Romanones' y mi hermana y mi cuñada me insistieron para hacer algo. Cogí un folio y un papel y empecé a escribir hasta que salió una carta que iba a enviar al Vaticano".

"Le digo que quiero que se nos escuche. Que me dirijo a Su Santidad porque solo confío en él", añade Javier. 

"El Papa dice que se reabra y soy llamado al obispado y allí tuve una charla con el vicario judicial y me dijo que ya estaba hecho todo el procedimiento".

"Javier se empeñó en que se hiciera justicia", añade.

"La actitud de la Iglesia española era que no se supiera. Un depredador es siempre un depredador", explica elperiodista Jesús Bastante.

"Fue complicado. vamos a dejarlo ahí", prosigue.

"Se acercó dos veces a mi cama, pero me desperté. Tardó en volver. La segunda vez que lo pillé, me estaba tocando. Le dije que si volvía se lo decía a mi padre", dice el exalumno.

Otro exalumno dice que dio la cara porque erstaba fuera de España.

"Tú mirabas y no podías hacer nada". "Había gente que juntaba las literas, otra vez pusimos un sedal a ver si se mataba". "Siempre iva donde los pequeños y medianos", cuenta Virgilio Ramos. "¿A quién se lo cuentas?; hablar mal del Chema era complicado, porque era siempre amable. La gente lo tenía como un cura amable, cariñoso. Unos te creían y otros, no"  

Otro alumno dice que "el miedo era horrible", Otro, que debajo de los colchones tenían "cuchillos".

Hablan antiguos alumnos: "Se decía que entraba como las culebras; La gente de mi generación sabíamos quién era ese señor: el pajillero".

"Después de mi denuncia aparecen víctimas de una década atrás en el colegio Juan XXIII de Sanabria".

"Mi hijo me ha escrito una carta dándome ánimos, me dice que me quiere. Veo que a él le repercute. Esto es para siempre".

"Hasta el 2014 estuvimos en silencio. Optamos por seguir adelante con miedos, sobresaltos, ansiedad, problemas de autoestima, problemas sexuales...".

Yo tuve una novia vasca, pero no podía tener relaciones con ella. No podía".

"Luego mi mujer, a la que se lo conté, supo aceptar las secuelas que yo tenía. Tengo un hijo que acaba de cumplir 13 años y, a veces, le miro y me veo a mí". Javier se emociona. "Le he protegido mucho, le he preguntado si le pasaba algo en el colegio". 

"Yo no fui al despacho del tutor, Redondo, porque estaba cagado de miedo". "Ellos lo sabían, pero no hicieron nada.

Se lo dijimos a nuestros padres cuatro o cinco años después".

Mi padre habló con los sacerdotes que tenían más a mano. Un sacerdote le dijo que ya estaban enterados, pero que había que perdonar".   

"Había que pararlos y nos juntamos y se lo dijimos al rector, don Gregorio. Mi hermano tocó a la puerta y yo salí corriendo", admite Javier. "No fui capaz, porque era el rector. Era Dios y después el rector. No hizo nada. Continuó".

"El curso de octavo fue devastador".

"Mi hermano y yo éramos como autómatas; estábamos idos o mirando por la ventana", explica

"Él hasta que no llegaba a su orgasmo hacía lo que quería", añade.

"Y luego se iba a mi hermano; yo sabía que estaba con él".

"Se encerraba en los baños y yo iba y me abría la puerta. Además de muertos de miedo, temblábamos de frío". le decía a mi hermano que íbamos a la cama y él me decía que se quedaba allí. La situación continuó durante todo el curso".

"Era el infierno las noches que venía y las que no porque lo estabas esperando".   

"Cuando se apagaban las luces, se encendía un piloto rojo, que es algo que no se me quita de la cabeza. Él hacía su ronda por el dormitorio con su linterna antes de atacar. Como estabas alertado, intentabas mantenerte despierto. A veces, intentaba despertarte y se arrodillaba y empezaba a tocarte. Él también se tocaba a sí mismo. Él no hablaba, hacía", añade.

"Con sus dedos, llevaba cremas, no sé qué era, algo líquiro. Te tocaba las nalgas, te acariciaba y luego se iba acercando al ano, introducía su dedo. Decías, tengo que vivir esto, porque no te planteabas gritar ni hacer nada. Estabas quieto inmóvil". 

"Luego llorabas; y él lo sabía, pero él seguía con su juego, no tenía ningún problema.  Estaba siempre de rodillas y luego eyaculaba encima de ti; te caía todo encima. Temblabas de miedo, de asco, y se iba; a veces donde mi hermano".

 "Mi hermano me dijo que sí iba a volver. Volvió muchas veces", relata.

"Un compañero y mi hemano me contaron que José Manuel hacía cosas feas. Me lo creía cien por cien, porque me lo contaba mi hermano", cuenta Javier. "El primer día me desperté porque me estaban tocando. Te quedas inmóvil intentando asimilarlo. No piensas en reaccionar. te quedas bloqueado. Me tocó me acariciaba , me masturbaba y cuando se cansó, se marchó", prosigue.

Un exalumno cuenta que los alumnos se avisaban para saber que el párroco estaba allí. Otro dice que hasta que no pasaban tres o cuatro horas, no se dormía. "Veía las caras descompuestas de algunos compañeros".

"En el dormitorio había un espacio central con camas a la derecha a la izquierda. Mi hermano estaba en la primera cama", cuenta Javier.

Uno de los casos que más impactó a la sociedad catalana fue el del pederasta de los Maristas Joaquim Benítez, destapado e investigado por EL PERIÓDICO.

"En 26 años, silencio", dice otro vecino.

Los vecinos de Tàbara cuentan su experiencia. "Tú cuando eras jovencito hacías trastadas. Es un pasado muy lejano. Que es un pederasta ya los sabemos, pero cuántas cosas hay por ahí peores..."  

Gómez dice que no saben porqué el párroco se fue trasladando de un sitio a otro.

“¿Qué pasó en octavo?”, pregunta Évole a Javier. “En octavo, el tutor de séptimo por las noches hacía cosas muy feas y horribles”. ¿Quién era ese tutor? José Manuel Ramos Gordón. A finales de los 70 se ordenó sacerdote. En 1990 tomó posesión de la parroquia de Tábara.  

Gómez cuenta que recibe una llamada sobre la historia de Ramos Gordón. Tenían una explicación del obispado. Pero el interlocutor cuenta que hay otra razón. 

Habla Irene Gómez, periodista de 'La Opinión de Zamora': "Nos llamó la anteción que se fuera de la noche a la mañana".

Después Javier pasó al seminario de La Bañeza: "Había mucha disciplina, pero octavo era lo terrible".

Habla Javier, el cuarto de cinco hermanos. Vivía en una familia humilde. Los pequeños pudieron estudiar en el colegio del pueblo y después, en el Seminario Mayor de Astorga. 

Comienza 'Salvados' en Tábara (Zamora). Algunos vecinos no quieren hablar del párroco José Manuel Ramos Gordón. Otros dicen que tienen "buen recuerdo".