ENTREVISTA

Miguel Ángel Revilla: «Verán al Revilla de siempre: cañero y espontáneo»

El expresidente de Cantabria y asiduo en las televisiones Miguel Ángel Revilla. / JULIO CARBÓ

Fue uno de los políticos pioneros en utilizar la tele para verter sus opiniones. Empezó a colaborar en el 2007, cuando aún era presidente de Cantabria, en el programa Buenafuente, y ha pasado por muchísimos más exhibiendo su peculiar estilo «cañero y espontáneo». El domingo, 30 (14.00 horas) estrena en Tele 5 'Este país merece la pena', un espacio de entrevistas que muestra que aún hay gente buena.

-Por fin su programa verá la luz.

-Sí, por fin. No se estrenaba y estaba extrañado. Porque yo no quería hacerlo; no tenía ganas de irme por ahí 20 días dando vueltas por España, y,  después del esfuerzo, estaba un poco mosca. Es que había cosas que se habían desfasado, y  uno de los entrevistados, el chef Darío Barrio, había muerto en un accidente...

-¿Qué le llevó a aceptar?

-Dije que no 20 veces, pero el subdirector de Mandarina me dijo que había 56 personas que estaban en el paro y que dependía de mí que durante dos o tres meses, entre la edición y el montaje, se pudieran llevar a casa un salario. Eso fue determinante.

-¿Y por qué un espacio optimista?

-Yo soy una de las personas que en los últimos tres años y medio más caña he dado en este país, más que Pablo Iglesias, porque pensaba que hacía falta que hubiera un revulsivo, pero me decían: «Revilla, algo habrá positivo». Y yo contestaba que el 80% de la gente de este país es buena gente, que sufre lo que está pasando, pero no son los causantes. La España real no es la de Blesa y Urdangarín, la de la corrupción... Es la de esas personas. Tenía esa espina clavada. Y he buscado a gente desconocida y conocida, como Pasqual Maragall, que no calla su enfermedad, el alzhéimer, y, además, crea una asociación que busca una solución a un problema que afecta a 800.00 españoles

-También Anguita, Elpidio Silva...

-Anguita es un político que estuvo en la cumbre y ahora vive de su pensión modestamente. Esa coherencia de su discurso con su vida personal merece la pena. Y decimos que este país no vale para nada, que no hemos inventado más que el botijo, pero hay un señor, Salvador Fuster, que es el mejor cardiólogo del mundo. Y el juez Elpidio es un ejemplo de alguien que intentó meterse con un poderoso y ha acabado en  el paro.

-Hábleme de algún desconocido.

-Ana Pajarita, una niña que vive postrada en la cama -como Hawking- que pinta con la boca. Quiere vender cuadros para pagar una cuidadora y que su madre pueda trabajar.

-¿Fue la que más le impresionó?

-No, ese fue el taxista que me puso Tele 5. Lo seleccionaron entre 200, porque en el 'casting', casualmente, dijo que le hacía ilusión llevar un día a Revilla. Vi que era un tipo bastante pasota, que solo pensaba en su hipoteca e ir de cañas. Pero el día de la despedida rompió a llorar y me dijo que le había cambiado la vida. Y que el cheque que le dio Tele 5 lo había donado a una oenegé. Imagine lo que habría visto en las grabaciones.

-¿Veremos a un Revilla diferente?

-No, el mismo de siempre: cañero y espontáneo. Aunque tenía que cuidarme de ese vicio mío de hablar mucho. Y hacer grandes esfuerzos para, cuando me alguien decía que España iba bien, no entrar en polémica y machacarle. Me decía: Revilla, que el personaje no eres tú; aguanta.

-¿Por qué le gusta tanto la tele?

-Creo que un político no tiene que explicar lo que piensa solo en un mitin. Soy un pionero en ir a la tele y ahora quieren todos. Aunque sea un espacio de chistes, suelto cartucho. Yo, a lo mío. Pero hay programas a los que no iré nunca, y eso que todos me llaman. ¡Ah!, y que quede claro: no cobro nada en ninguno. Así soy absolutamente libre. Por eso están tan encantados conmigo.