Entrevista

«Tarancón me cautivó desde que le conocí»

entrevista: JOSÉ SANCHO

Protagoniza 'Tarancón, el quinto mandamiento' 3 TVE-1 / 22.15

El actor José Sancho caracterizado como cardenal Tarancón, en la serie. / TVE

-Imagine que está ante un auditorio de veinteañeros. ¿Puede explicarles quién fue el cardenal Tarancón?

-Depende en qué comunidad autónoma estemos, porque en cada una les cuentan las cosas de una forma o de otra en función de lo que les convenga (sonríe). Les diría que este señor pertenecía a la Iglesia que hizo la guerra civil a favor de Franco. Luego fue cardenal y consejero de Estado y se convirtió en uno de los personajes más poderosos de España. Sin embargo, se enfrentó a Franco y se opuso a la dictadura.

-¿Cree que con eso se interesarían por conocer los detalles de su vida?

-Es que también les contaría que el Papa llegó a ofrecerle la excomunión de un Gobierno, como el franquista, que se autoproclamaba legitimado «por la gracia de Dios». Les pondría imágenes de cuando Franco, para quitárselo de encima, le mandó a la pequeña diócesis de Solsona en plena posguerra y le tuvo allí castigado 16 años. Tarancón logró sobrevivir al enfrentamiento entre la Iglesia y el Estado franquista: se jubiló sin gloria y sin tener un céntimo, pero con la satisfacción de haber colaborado a que los españoles no tuviéramos otra guerra.

-¿Qué influencia tuvo su figura en el desarrollo de la transición?

-Mucha. La gente de mi generación estábamos deseando que llegase la democracia. Los que habíamos estudiado con curas, teníamos muchas reticencias hacia ellos. La figura de Tarancón fue agrandándose, poco a poco, a medida que se iba distanciando de ese cerco mental a que la Iglesia nos sometía, con aquellas amenazas por pecar de pensamiento, palabra, obra u omisión.

-¿Veían en él un cura diferente?

-A medida que fue adquiriendo poder en la Iglesia, nos ayudó a convencernos de que no todos los sacerdotes eran así. Manuel Vicent escribió que era tan católico como demócrata: le gustaba tanto rezarle a la Virgen como fumarse un puro con sus paisanos. Por eso fue siempre mal visto por las fuerzas del orden.

-¿Qué imagen tenía usted de él en aquellos años 70?

-Tuve la suerte de hablar con él dos veces cuando era ya presidente de la Conferencia Episcopal. Era muy de su tierra y le gustaba mucho hablar en valenciano. Recuerdo que un grupo de gente de la cultura tuvimos un encuentro con él y alguien le dijo que yo era también valenciano. Entonces se puso a hablar conmigo en nuestra lengua. Era la primera vez que veía a alguien con sotana que me hablaba muy de tú a tú, y no como aquellos sacerdotes obreros que lo hacían con cierta condescendencia, como queriendo decirte para que les comprendieras: «Yo es que soy cura, pero creo que es una opresión». Tarancón no era así: era muy comunicativo y te acababas olvidando de que era un cardenal.

-Parece que quedó prendado...

-La verdad es que me impresionó tanto que me cautivó. Yo estudié con los capuchinos y acabé odiándoles, porque me obligaban a jurar que sería fraile para no pagar el bachiller. Desde que conocí a Tarancón, empecé a pensar que era un personaje muy interesante para llevarlo al cine o a la televisión. ¡Quién me iba a decir que, casi 40 años después, se lo iba a proponer a TVE y a Canal 9 e iban a aprobarme este proyecto!

-¿Tarancón fue un cura rojo?

-No. De hecho, cuando Felipe González y Alfonso Guerra le llamaron una vez así, con complicidad, les rectificó: «Lamento confundiros, pero no soy partidario de los rojos ni de los azules: si creéis que soy vuestro, entonces no sería de los demás».

-¿Cómo vendería este telefilme?

-Con una simple frase que resume todo: puedes ser absolutamente ateo, pero como película te va a interesar y a entretener.