En la hermosa gala de los Premios Ondas (Cuatro), prestigiosa feria de las vanidades televisivas, hemos visto que no le han dado ni un solo premio a ningún programa de La Sexta. ¡Ah!, en un certamen tan equilibrado, parece un desequilibrio pintoresco. Premio para Eva Hache (Cuatro), premio para El internado (A-3 TV), premio para Jesús Vázquez (que es una forma de premiar a Tele 5, pues es ahí donde ha desarrollado casi toda su carrera), premio a Tengo una pregunta para usted (TVE), premio a Polònia (TV-3)... Hasta le dieron un premio a la Televisió de Valencia. Todos merecidísimos. Todos estupendos. Pero a La Sexta, ni una ondita para el pelo. Ni a los del Sé lo que hicisteis... --programa revelación de la temporada--, ni al sátiro Wyoming; ni a Santiago Segura; ni al late night show de Buenafuente... ¡Ah!, qué cosas tienen los imperios multimedia. Precisamente mientras la gala estaba discurriendo, Eva Hache llamó a su competidor Buenafuente a su propio programa de La Sexta. Una conversación telefónica en clave de humor. "¡Estamos a punto de recoger el Ondas!", le decía ella, la mar de pimpante y espumosa. Y añadió: "Te lo digo por si alguien quiere cambiar de canal y vernos", y Buenafuente, como es natural, aceptaba de buen grado el cachondeíto de
Eva. La conversación concluyó con excelente buen rollo, asegurando ambos que entre ellos no hay rivalidad, sino compañerismo virtuoso. Y remató Eva con este detalle de buen gusto: "Si no estuviéramos haciendo Noche Hache, a mí y a todo el equipo nos gustaría hacer Buenafuente". Hombre, a lo mejor la procesión va por dentro, pero al menos estas aves nocturnas de la tele saben guardar las formas. Están cada madrugada, audímetro en mano, codo con codo, y no obstante mantienen entre ellos un fairplay inteligente. No parece que ocurra lo mismo entre los imperios que a ambas criaturas sustentan. Cabe meditar si esa ausencia de onditas en la cabellera de La Sexta es fruto de una justa observación sobre su parrilla, o es la consecuencia de una feroz represalia por esa tremenda guerra del fútbol que, lejos de amainar, recrudece. En efecto, los cañones siguen lanzando pepinazos contundentes. Hasta TV-3 llega la metralla. Contra todo pronóstico, el pacto, el acuerdo, está tardando más de lo que debiera.