Frustrado emocionalmente porque el amor de su vida le ha pedido el divorcio, Theodore Twombly decide comprarse un asistente virtual con Inteligencia Artificial (IA) que le haga compañía. Al cabo de pocos días, la fascinación y el aprendizaje es tal, que el introvertido joven se enamora y empieza una relación de amor con su sistema operativo, al que se refiere con el nombre de Samantha.
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Académicos y científicos rechazan que la Inteligencia Artificial (IA), cada vez más compleja, pueda por ahora experimentar "nuevos sentimientos" y alertan de los peligros que supone humanizar esos sistemas
En España la densidad de robots en las fábricas supera las tasas europea y mundial. /
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