Lo que podría ser hace unos años una tendencia de mercado, ahora es una realidad palpable, Google cambió recientemente su algoritmo para primar los contenidos generados por y para los móviles, en gran parte del territorio disfrutamos de 4g y ya se vislumbra el despliegue del 5G como un nuevo hito que nos permitirá estar hiper conectados y ver desde todo tipo de pantallas, pequeñas o grandes, las noticias, mensajes, vídeos y aplicaciones con las que nos manejemos en nuestro día a día.
Pero esta consecuencia directa de la digitalización de nuestra sociedad provoca una criba de medios, soportes y auténticas migraciones de usuarios hacia destino ignotos de la red.
Una de las claras consecuencias es la reducción de caracteres en los contenidos, la necesidad de acompañar de una foto o vídeo dichos contenidos, con la falta de extensión se pierde en muchos casos la posibilidad de profundizar en la temática, llegando en algunos casos a la banalización o simplificación del mensaje, y en consecuencia a la progresiva infantilización o de falta de conciencia crítica global.
La necesidad de consumir rápidamente todo tipo de contenidos va en esta línea, por contra la inquietud del usuario y las convulsiones de la sociedad y la opinión pública han entronizado el móvil en el siglo XXI como la extensión de nuestros pensamientos, la herramienta perfecta para mostrar y captar las reacciones de la sociedad, y cambiar radicalmente la manera en que pensamos, nos comunicamos, consumimos contenidos y percibimos nuestro entorno. No hay peor castigo en la sociedad occidental actual que no tener acceso a la red vía wifi.
Buscando un símil cultural, hace tres décadas la gente se repartía entre seguidores de Beatles o Rollings en una clara simplificación del panorama musical de la época, actualmente los seguidores de Android o IOS se decantan ante algo más que que un sistema operativo, son auténticas ventanas a un mundo real y digital desde el que se distribuyen los contenidos que forman la banda sonora de nuestra vida presente.