Crónica negra

El crimen del vigilante en Pontepedriña: cómo un reloj de oro llevó a la detención del asesino

La víctima, Antonio Golpe Calaza, apenas llevaba dos meses y medio en el puesto tras perder su empleo en la construcción por culpa de la crisis

El asesino utilizó una barra de hierro de 12 kilos para golpearle en la cabeza en varias ocasiones

Imagen de aquella mañana del 10 de octubre de 1984 en Pontepedriña en la que el vigilante, Antonio Golpe Calaza, fue brutalmente asesinado. / ECG

La víctima se llamaba Antonio Golpe Calaza, tenía 64 años de edad y era natural de Irixoa y vecino de Santiago. Llevaba algo más de dos meses y medio como vigilante nocturno de varias empresas ubicadas en Romero Donallo cuando, la mañana del 10 de octubre de 1984, su cuerpo fue encontrado en las inmediaciones del ferrocarril, en Pontepedriña, tendido en el suelo de un callejón propiedad de la empresa Francisco Gómez, una de las compañías que le había contratado.