Los camarotes no deben cerrarse con pestillo por dentro. No es lo recomendable. Nuria (nombre ficticio) lo sabía muy bien, pero empezó a hacerlo después de despertarse una noche con “la cara de un tío encima de la mía”. Trabajaban a bordo de un buque del Instituto Español de Oceanografía (IEO), los dos como tripulantes. Por supuesto, él no había sido invitado. “Yo conozco a muchas, a un montón de chicas, que han pasado por situaciones de acoso”, dice al teléfono. Ella misma ha escuchado “reivindicar el derecho a conquistar a una compañera del barco”, o decir “¿qué más te da si no estás con nadie?”. “Te voy a comer el coño”. “Tienes que ir donde la bióloga, que está durmiendo y no se entera”. “Esa va salida como una perra, chillando por todos lados. Lo que necesita es un buen pollazo”. A Nuria se le ocurren más y más conforme va hablando.
Investigación
“Vete al camarote de la bióloga, que está durmiendo y no se entera”
Decenas de mujeres relatan a Prensa Ibérica y en redes sociales situaciones de acoso a bordo de oceanográficos del CSIC. “Me desperté con su cara encima”
Oceanográfico “Ángeles Alvariño”, amarrado en el puerto de Vigo. /
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