Cachou fue envenenado entre el 26 y el 27 de marzo de 2020 en la Vall d’Aran. Llevaba un collar con GPS que registró que a partir de esa fecha apenas se movió. Agonizó durante varios días y su cuerpo, de 140 kilogramos, tras la alarma que disparó su quietud definitiva, fue hallado el 9 de abril. El examen forense detectó en su organismo restos de anticongelante para vehículos. Así arrancó una investigación sin apenas precedentes en España por la muerte de un animal. Tan compleja que la jueza de Vielha tuvo que decretar el secreto de las actuaciones. Medio año después, los Mossos han imputado a dos sospechosos vinculados al Conselh Generau d’Aran, el gobierno local. La muerte de Cachou ha revelado la difícil convivencia entre el oso pardo y los ganaderos en los Pirineos, ha demostrado la existencia de una trama que podría estar detrás de las desapariciones de otros ejemplares y ha motivado una respuesta judicial que avisa de que no se va a tolerar su exterminio.
Investigación judicial sin precedentes
Vall d'Aran: La caza de los que mataron al oso Cachou
- Un joven oso pardo fundamental para la repoblación de estos animales en el Pirineo fue envenenado en abril de 2020
- Su muerte confirmó la existencia de una trama que podría haber eliminado antes a otros ejemplares de una especie protegida
- Los dos principales sospechosos han combinado inexplicablemente tareas públicas para su reintroducción con el activismo para exterminarlo
Hallazgo del cuerpo del oso Cachou en Les. /
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