Los 'mindhunters' de la Guardia Civil

"Todos somos candidatos a matar y también a que nos maten"

Entrevistan a menores violadas, ayudaron a que el Chicle confesara dónde ocultaba a Diana Quer y estudiaron la mente de la asesina del niño Gabriel Cruz

Los analistas de la conducta criminal advierten que "algunos hombres de las 'manadas' conciben la violación en grupo como una conducta de ocio más"

Cuatro de los cinco integrantes del Servicio de Análisis del Comportamiento Delictivo de la Guardia Civil. De izquierda a derecha, el capitán Sotoca, el capitán Touza, la guardia Medina y el sargento Ramos.

Sexo, dinero, venganza y poder. Prácticamente todos los crímenes se cometen por uno de estos motivos. Lo saben bien el capitán Andrés Sotoca y su equipo del Servicio de Análisis del Comportamiento Delictivo de la Guardia Civil. Ellos son los 'mindhunters' españoles. Su unidad, integrada por tres hombres y dos mujeres con formación en psicología y criminología, lleva 25 años metiéndose en la mente de asesinos y violadores de todo el país para elaborar perfiles y patrones de conducta que han ayudado a resolver los crímenes más complicados, como el de Diana Quer o Gabriel Cruz.

Intervienen cuando ya hay uno o varios sospechosos bajo el radar de los investigadores, pero también cuando aún no se ha puesto rostro al posible autor de un crimen. Estudian la escena, la víctima, el perfil geográfico… Analizan "casos pasados para explicar casos presentes o predecir otros futuros". Tienen acceso a las bases de datos de delitos violentos de toda España, aunque lo ideal, dicen, sería poder analizar la información psicosocial del sospechoso "desde que iba a la guardería". Han visitado casi todas las cárceles españolas y se han entrevistado con hombres condenados por violencia de género y con pirómanos e incendiarios para comprender mejor su comportamiento.

Casi mil casos

Casi mil casos avalan su trabajo desde que se creó la unidad, de mano del ahora teniente coronel José Luis Álvarez. A lo largo de ese tiempo, "han cambiado las maneras de ejecutar los delitos, pero las motivaciones siguen siendo las mismas que hace 20 o 40 años", explica el capitán José Manuel Quintana Touza, que advierte de que "todos somos candidatos a matar y también a que nos maten. Todos tenemos una tecla que puede activarse en unas circunstancias concretas". Pero nos distinguen dos cosas: "el nivel de tolerancia a la frustración y la conducta postcrimen, es decir, las decisiones que se toman una vez cometido el delito, como elegir entre entregarse a la policía o tapar lo que se ha hecho".

José Enrique Abuín eligió ocultar el cadáver de Diana Quer, después de agredirla sexualmente y asesinarla, lastrándolo durante casi 500 días en un pozo, obstaculizando la investigación y añadiendo más dolor a la familia de la joven madrileña. En diciembre del 2017, cuando fue detenido, el 'Chicle' mintió sobre el paradero de su víctima ante los investigadores de la UCO. En aquella huida hacia delante de Abuín, fue clave el trabajo de este grupo de expertos, que asesoraron a los agentes encargados del caso sobre cómo debían abordar a el 'Chicle' para conseguir que contara la verdad.

Las inquietudes de los malos

El capitán Sotoca y su equipo analizaron su personalidad, su historia de vida, su entorno y sus puntos débiles, porque "todos los malos tienen inquietudes, a todos les mueve algo". Todo indica que al 'Chicle' le movió su hija. El propio asesino de Diana Quer declaró durante el juicio que había accedido a llevar a los guardias civiles hasta la vieja nave de muebles de Asados, en La Coruña, donde tiró el cuerpo de la joven, pensando en su hija.

Nueve meses antes, a 1.200 kilómetros de allí, el capitán Quintana Touza había invertido muchas horas analizando los comportamientos y la personalidad de Ana Julia Quezada en Las Hortichuelas (Almería), quien tras 13 días fingiendo buscar a Gabriel, el hijo desaparecido de su pareja, fue detenida cuando intentaba mover el cadáver del niño.

El caso de Quezada forma parte de una minoría, solo el 10% de los asesinatos cometidos en España tienen nombre de mujer. Y esa cifra es similar en el resto de delitos: "El hombre tiene más tendencia a usar la violencia en todas sus relaciones", explican los expertos de esta unidad de la Guardia Civil, "esto es así en todos los delitos, no solo en los que implican fuerza física, también en los delitos cometidos por redes sociales. Y en cuanto a incendiarios, hemos estudiado a más de 2.000 y solo 15 son mujeres".

Violar en grupo como "conducta de ocio"

Los cazadores de mentes criminales se muestran  preocupados ante el fenómeno de las 'manadas' que realizan agresiones sexuales en grupo: "Manadas ha habido toda la vida, es cierto que han aumentado las denuncias de agresiones en grupo. No sabemos si es porque hay más casos o porque las víctimas han perdido el miedo a denunciar". El estudio de un violador en grupo sí deja algunos rasgos comunes. "El agresor que actúa en solitario busca una víctima, la acecha, es muy consciente de que lo que está haciendo es un delito. En cambio, en la manada se diluye esa responsabilidad: piensan, hemos sido todos, no ha sido ninguno".

Y un detalle preocupante que han detectado estos guardias civiles, "algunos de estos agresores en 'manada' presentan sesgos cognitivos, son hombres que no son conscientes de estar cometiendo un delito,  no distinguen cuando una mujer consiente o se siente intimidada e incluso conciben lo que es una violación en grupo como una conducta de ocio más. Tendríamos que ver cómo es posible que piensen esto". Quizá por eso, el guardia civil de La Manada de Pamplona entregó su teléfono móvil cuando fue detenido. Pensaba que aquellas imágenes que habían grabado de sus agresiones sexuales a la joven demostrarían que todo había sido algo divertido.

Ni psicópatas ni inteligentes

Pese a las complejidades de algunas investigaciones, los cinco expertos coinciden en que los delincuentes españoles "no se distinguen por ser especialmente inteligentes ni sofisticados, tampoco psicópatas puros, la mayoría cometen crímenes impulsivos". Los hay "más o menos espabilados", pero para encontrar a un asesino "brillante y un poco teatral, de esos que dejan su firma en la escena del crimen", hay que recurrir a series y películas, advierte el sargento Manuel Ramos.

La realidad suele ser menos glamourosa. Él y sus compañeros recuerdan cómo hace unos años colaboraron para detener al asesino de varias prostitutas en Málaga. El hombre había cometido los crímenes en distintas fechas, pero siempre el mismo día de cada mes, por lo que, cuando todavía se buscaba al autor, los medios de comunicación convirtieron ese día del calendario en un rasgo característico de un cazador de mujeres "metódico y elaborado" que buscaba víctimas con un físico concreto.

Sorprendido, el detenido les explicó que todo era pura casualidad. "Nos dijo que no sabía nada de eso, ni del día del mes, ni del tipo de mujer. Mataba cuando podía, nos explicó:  A la primera que veía sola, me la llevaba". Sí es cierto, concluyen, que "estamos viendo que las televisiones, las series y las redes sociales influyen en los asesinos. Lo que ven allí produce reacciones y cambios en ellos y en su forma de actuar, influye en su conducta. Es indudable, ya hay estudios serios que lo avalan".

En la cama de un hospital

De los cinco expertos, ninguno recuerda a ningún malo reseñable, sin embargo todos tienen grabada a alguna víctima a la que le tocó sufrir demasiado pronto algo que nunca debió vivir. El capitán Touza examinó de rodillas junto a la cama de un hospital a una niña violada que fue rescatada de un pozo donde su agresor la había arrojado junto a su hermano. Consiguió que la niña, de 10 años, le hablara de los tatuajes que "el hombre malo tenía pintados en la piel". También del "trapo" con el que aquel hombre, que entonces estaba fugado, había limpiado "la sangre que salía de su cuerpo". Aquel  hombre fue detenido y condenado a 65 años de cárcel por secuestro y violación.

La labor de Touza y su equipo en las exploraciones que realizan a menores "de entre tres  y nueve años" que han sido víctimas de un hecho traumático es "facilitar" que el niño recuerde y cuente lo que le ha pasado con un doble objetivo: arrojar datos relevantes para la investigación e intentar que esa entrevista sirva como prueba preconstituida ante un tribunal, para evitar que el menor tenga que declarar otra vez en un juicio. El sargento Manuel ha entrevistado este otoño a los niños que fueron testigos de cómo su padre mataba a su madre, su tía y su abuela en Valga (Pontevedra)niños que fueron testigos de cómo su padre mataba a su madre, su tía y su abuela en Valga (Pontevedra).

Crimen por una disputa con las lindes

El capitán Sotoca no olvida a un niño gallego que vio cómo su padre mataba a su vecino por una disputa absurda con las lindes de un terreno. La madre del menor se inculpó para salvar a su marido, pero el hombre, arrepentido, acabó suicidándose y la tarea de aclarar lo ocurrido recayó en el crío. Su testimonio ratificó que era el padre quien había tirado aquella piedra. La  madre quedó en libertad. "Era una familia normal, el niño me preguntaba si su padre iba a ir a la cárcel, no sabía que se había suicidado. Lo recuerdo como algo doloroso, complicado. A veces pienso qué habrá sido de él".

De vez en cuando, su trabajo les permite dar alguna alegría. La guardia civil Zaida Medina, la última en incorporarse a la unidad y la segunda mujer del grupo, tras la capitán Luisa Calcerrada, se acuerda del alivio de unos padres que pensaban que su hija había sido víctima de abuso sexual cuando, tras estudiar el caso a fondo, les comunicaron que todo era un mal entendido y se debía a una costumbre de higiene mal interpretada. La reacción de su entorno, junto al grado de violencia que hayan vivido, es clave para que un niño supere un trauma y, contra lo que suele pensarse, incluso los menores que han sufrido abusos sexuales cuando son muy pequeños suelen recuperarse, porque "a su edad, saben que les han hecho daño, mucho daño, pero no tienen una conciencia clara de lo que implica una relación sexual y no lo interpretan como lo hacen los adultos".