Pillado en un restaurante

Dani Alves vive con normalidad tras la condena por violación: "Allá donde voy sobrevivo"

Dani Alves, a la salida de su almuerzo en el Mr. Porter, en el Hotel Sir Victor. / JORDI COTRINA

Camiseta blanca de manga corta, pantalón de chándal ancho y unos kilos de menos. Sentado en una de las mesas del restaurante Mr. Porter, Dani Alves daba cuenta este viernes a mediodía de varios platos de la carta de este asador 'fashion' ubicado en los bajos del Hotel Sir Víctor de Barcelona. Lo hacía en compañía de su íntimo amigo Bruno Brasil, el mismo que le acompañaba la noche del 30 de diciembre en la discoteca Sutton, tras presentarse poco después del mediodía en la secretaría de la sección 21 de la Audiencia de Barcelona, en el Palacio de Justicia, una de las obligaciones que le impuso el juez para mantener su libertad condicional por la violación de una joven en los lavabos de un reservado de Sutton.

"Es lo que me toca. Cada viernes ir al juzgado y ya está. Tampoco tengo mucho más que hacer”, ha explicado a este diario el exjugador del Barça mientras tomaba el café. Antes y después del encuentro con EL PERIÓDICO, ha estado consultando el móvil constantemente y charlando a ratos con su compañero de mesa.

Y por supuesto, hincando el diente a lo que habían pedido: puerro asado, pimientos picantes, osobuco de cordero asado a fuego lento, 100 gramos de carne de 'wagyu' muy hecha, polenta trufada de maíz para acompañar las carnes y sorbete 'thai' a base de coco, mango y ralladura de lima. También ha hecho fotos al vino que ha bebido, un pinot noir.

Una exclusiva a cambio de un millón de euros

Alves, que ha rechazado atender a la prensa desde su encarcelamiento, se ha mostrado afable aunque no ha querido comentar nada sobre su caso "porque está todavía judicializado". A pesar de ello, ha concedido una exclusiva a una popular publicación de su país a cambio del millón de euros con el que ha pagado su fianza, según la periodista Marisa Martín Blázquez, colaboradora del programa 'Fiesta' (Telecinco).

Para excusarse, incluso ha hecho un símil con el fútbol para describir su actual momento: "El partido que tengo que jugar está en los juzgados". Pero no tiene "ni idea" de cuánto puede durar este ‘partido’ hasta que se resuelvan todos los recursos presentados por las partes (defensa, acusación y fiscalía). El exfutbolista fue condenado a cuatro años y medio de cárcel, de los que ha cumplido 14 meses en prisión provisional. Salió de Can Brians 2 el pasado 25 de marzo tras abonar la fianza de un millón de euros.

Dani Alves a la salida de un almuerzo en un lujoso Hotel de Barcelona /

JORDI COTRINA

"Me adapto a todo"

Sin embargo sí ha comentado cómo lo ha pasado estos meses que ha pasado en prisión. Según sus palabras, no parece haber sido muy duro aunque se le ve bastante más apagado y flaco que antes. "Allá donde voy sobrevivo. Yo me adapto a todo porque para mí no es el lugar el que hace a la persona, sino la persona la que se hace al lugar", ha subrayado con una sonrisa sin querer entrar en más detalles de su vida entre rejas. Ahora, afirma, se encuentra "tranquilo, bien".

Gurmet redomado (uno de sus restaurantes favoritos en Barcelona es Gresca y La Taverna del Clínic), Alves se llevaba a Neymar a probar las mejores mesas de Barcelona ("siempre le decía que dejara de comer pan antes de comenzar las comidas para que no se llenara y esperara a lo bueno"), ayudó a su chef personal, Joâo Alcântara, a montar el desaparecido Fogo y siempre estuvo a la última de las mejores aperturas.

223 euros por la comida

Antes de la violación, era también habitual de Mr. Porter. Aquel día, había comido en La Taverna del Clínic y cenado en Mr. Porter, local habitual entre el entorno azulgrana ya que por ahí también han pasado Xavi y Gundogan, entre otros.

De hecho, se ha interesado por el próximo restaurante que va a visitar este periodista: Erre Barcelona, en el Hotel Torre Melina Gran Meliá (el antiguo Juan Carlos I). "Vaya, cerca de mi casa…", ha musitado, acaso planeando una visita inminente dada la proximidad a su domicilio, en Esplugues de Llobregat.

Después de charlar con este diario, ha acabado de apurar el café, ha sacado su móvil con funda verde para apoquinar los 223 euros de la cuenta, se ha colocado la gorra y la chaqueta negra que lucía al llegar al juzgado (acaso para pasar más desapercibido después de los abucheos que recibió en su primera comparecencia) y se ha dirigido a la salida rumbo a su casa. Hasta el próximo viernes... si cumple la palabra dada.