Anabel Hernández es de Lleida, tiene 47 años y empezó a tomar cocaína y psicofármacos en la treintena: su pareja también consumía y ella trabajaba 12 horas diarias, tenía varios empleos como cocinera, y gracias a las drogas, “se evadía” de la carga de trabajo y del sentimiento de culpa por no poder estar con sus hijos. “Me sentía más fuerte”, relata. Conseguía los psicofármacos de manera legal, puesto que sufre fibromialgia y llegó a tomar 25 pastillas al día, entre ellas morfina, sin tener que recurrir nunca al mercado negro.
Problema social
Crecen las adicciones en mujeres: cuando el alcohol o los fármacos se usan para sobrellevar el día a día
Las entidades detectan un incremento del número de mujeres de mediana edad, con vida estructurada, que piden ayuda después de una media de 18 años de consumo
Una exadicta al alcohol: "Llegué a odiarme a mí misma, no me miraba al espejo"
Marta Berenger y Anabel Hernández en el centro de rehabilitación de Proyecto Hombre /
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