“No somos maestros, pero somos padres: nos guió el amor”

La pareja que durante un año educó a su hijo en casa convirtió su hogar en un universo de aprendizaje donde los proyectos, la creatividad o la filosofía convivieron con los libros de texto

Así estudiaba el menor cuyos padres fueron absueltos por no llevarlo al colegio. / MARTA G. BREA

Entrar en el hogar de Sara, Carlos y su hijo Antón –la historia es real pero los nombres son ficticios para proteger la identidad del menor– es sumergirse en un ejemplar universo de aprendizaje. El que estos padres vigueses crearon para el niño cuando tomaron la difícil pero a la vez reflexionada y enérgica decisión de educarlo durante todo un curso escolar en casa. El comedor se convirtió en el aula, pero esa escuela alternativa a la reglamentaria que concibieron para el pequeño lo empezó a impregnar todo, llegó incluso hasta la cocina, presidida por una galería de arte con dibujos y acuarelas del niño o un gran mural con referencias al amor, la paz o la familia. Las rutinas y los libros de texto oficiales de materias como competencia lingüística, matemáticas, ciencia o tecnología convivieron durante esos nueve meses con los proyectos que la madre, que llevó el peso de la enseñanza, ideó para su hijo: lo sumergió en la vida y obra de Rosalía de Castro, en el origen del Universo, en el origen de la vida aprovechando la curiosidad de Antón por los dinosaurios o en la lucha por la igualdad de las mujeres. La lectura, la oratoria, la música o la filosofía también estuvieron muy presentes.