Barcelona lleva ya años bebiendo agua desalinizada sin que sus habitantes hayan notado apenas la diferencia. De hecho, la planta construida en El Prat de Llobregat a raíz del episodio de sequía de 2008 trabaja al 100% de sus posibilidades desde hace un año y medio. Ahora el Gobierno central plantea transportar en barcos siete hectómetros cúbicos suplementarios extraídos de las instalaciones desaladoras que la empresa pública Acuamed gestiona en Sagunto (Valencia). Los defensores de esta opción aseguran que la calidad del suministro es tan buena como la de cualquier otro sistema y destacan que el recurso es, en este caso, ilimitado. Sus detractores, en cambio, alegan que el proceso de desalinización multiplica el precio del agua y denuncian que los residuos que se generan daños los ecosistemas marinos.
Crisis hídrica
Ventajas e inconvenientes del agua desalada: la clave está en el precio
La desalinizadora de El Prat de Llobregat /
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