Máximo Peña, psicólogo: "La drástica disminución de la actividad sexual es el agujero negro de la crianza"

Convertirse en madre y en padre es algo que conlleva mucha ilusión y luminosidad, pero también acarrea unos cuantos agujeros negros. Uno de ellos es el colosal cambio en la sexualidad, una realidad palmaria de las parejas heterosexuales que, sin embargo, sigue siendo tabú. ¿Existe el sexo después de los hijos? La respuesta es compleja. El psicólogo y psicoterapeuta Máximo Peña, miembro del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal y autor del ensayo 'Paternidad aquí y ahora' (editorial Arpa), invita a derrumbar mitos y aceptar la realidad. Retomar la sexualidad después de la llegada de un bebé no es nada fácil. La drástica disminución de la actividad sexual es el agujero negro de la crianza, del cual solo se escapan unos casos excepcionales. Poco hablamos de ello. ¿Por qué sigue siendo tabú? Es algo que podría tratarse en las consultas de atención primaria tras el parto, pero la sanidad pública falla en la atención a la sexualidad. La realidad es que retomarla en los dos primeros años después de tener un hijo es complicado. "Tras la llegada de un bebé hay una reconstrucción de la pareja, incluida la vida sexual" ¿Dos años? La comunidad científica habla de los mil primeros días de vida de los seres humanos, que incluyen los meses de embarazo y los dos primeros años. El psicólogo suizo Jean Piaget estableció las etapas del desarrollo cognitivo. La primera llega hasta los dos años y es en la que los bebés tienen un apego muy fuerte hacia la figura del cuidador, principalmente la madre. El bebé se le pega, literalmente. Y eso está muy bien. Es el concepto de exterogestación, gestación fuera del vientre. Muchas investigaciones detectan, en las parejas heterosexuales, una caída brutal de las relaciones sexuales en esos dos años. Algunas mujeres confiesan que retoman la actividad sexual sin sentirse preparadas, por presión del hombre. ¿Por qué pasa esto si estamos en 2023 y el feminismo es una realidad? Los cambios sociales tardan tiempo en consolidarse. Una cosa es el discurso feminista y otra cosa, la práctica. Muchas mujeres crecen con la idea de que tienen que satisfacer al hombre. Volvamos a esos dos años de descenso de la libido. En España, seis de cada diez mujeres han salido del embarazo con heridas de consideración, ya sea cesárea o episiotomia. Además, están las otras secuelas del embarazo, que es un proceso potentísimo. Los 40 días de puerperio son un mito. A los 40 días la mujer está recién parida. Centrar la atención en el bebé, la falta de sueño, sentirse aislada, la pérdida de autonomía personal y el cansancio extremo juegan en contra de la sexualidad. Al menos, en términos tradicionales. Es decir, el coito. La sexualidad ¿se transforma o desaparece? Tras la llegada de un bebé hay una reconstrucción de la pareja, incluida la vida sexual. El cerebro de la mujer cambia tras dar a luz. Es algo que ha investigado la psicóloga Susanna Carmona. También cambia la valoración hacia el hombre. Antes lo valoraba como compañero, incluido el juego sexual, ahora lo valora como padre. Tras esos dos años de drástica disminución, la sexualidad se retoma. Pero nunca como antes. Muchas mujeres aseguran que necesitan otras cosas. Que a lo mejor prefieren un masaje en los pies a un coito. Tenemos asociada la sexualidad a la penetración y es un tremendo error. "Hay que desterrar mitos, como la espontaneidad del sexo o que el fin siempre es el coito" ¿Qué recomienda a los varones? Renunciar a la absurda expectativa cultural de que pasados los primeros 40 días la mujer estará disponible sexualmente. Ha nacido un bebé. Y también una madre y un padre. Hay que involucrarse de manera equitativa en los cuidados y las labores domésticas. Hay que desterrar mitos sexuales, como la espontaneidad del sexo o que el fin siempre es el coito. ¿Qué pasa con la ternura, la intimidad, el respeto y la cooperación? Si intentas mantener relaciones sexuales y ella siente dolor, no sigas. Si practicas sexo con tu mujer y esta no se siente preparada y no quiere, eso tiene un nombre: violación.

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