Movilidad sostenible

Las urgencias de la R1 de Rodalies en su 175º aniversario: reducir incidencias, más trenes y protegerse del cambio climático

Viajeros de la R1, en la estación de Montgat, en julio de 2021 / Jordi Otix

Se cumplen 175 años de la inauguración del primer ferrocarril peninsular. Sucedió el 28 de octubre de 1848, un jueves. A las nueve de la mañana, la locomotora de vapor y tres vagones iniciaban un viaje de dos horas desde lo que hoy es la estación de França hasta Mataró, la floreciente capital del Maresme. El servicio regular era de una hora de trayecto, pero aquel día se trataba de exhibirse, de demostrar las bondades de un medio de transporte desconocido, incluso temido. Y rechazado con virulencia por el gremio de diligencias. Si fue este y no otro el primer trazado se explica por el empeño del empresario Miquel Biada, el hombre que trajo el invento de Cuba. La línea de la costa ha crecido, convertida en la R1 de Rodalies, pero mantiene alguno de los problemas de sus ancestrales origenes. Con nuevos retos, como la ampliación del servicio o la resolución de incidencias. Y nuevas dudas: ¿debería trasladarse tierra adentro por su cercanía con el mar y los efectos del cambio climático? ¿Debería prolongarse más allá de Maçanet-Massanes para cubrir el Baix Empordà?

* Fe de errores