Emergencia energética. Emergencia social. Emergencia climática. Emergencia hídrica. Todas a un tiempo. Podría parecer la situación de uno de los depauperados países del Cuerno de África. O de Yemen. O Haití. Pero no. Es la situación de una de las potencias turísticas europeas. Canarias da sus primeros pasos en la temporada de invierno, esa en que millones de ingleses, alemanes y franceses abarrotan sus hoteles y apartamentos, entre declaraciones de emergencia. Una para agilizar soluciones; otra para interpelar la colaboración del Gobierno de Pedro Sánchez; otra para concienciar del problema... Y todas con una característica común: no tienen ningún valor ni alcance jurídicos. La declaración como tal, explica el abogado, doctor en Derecho y profesor de la Universidad de La Laguna Gerardo Pérez Sánchez, es un "compromiso político", una suerte de "autoimposición" de prioridades y hasta un llamamiento a la "concienciación social e institucional", pero no un instrumento jurídico que permita atajos administrativos ni librarse de este o aquel trámites.
Emergencia social
Canarias, sumida en la emergencia
Con la declaración de emergencia social anunciada esta semana hay otras cuatro ‘activas’: energética, climática e hídrica en dos de las islas
Uno de los cayucos que arribó estos días a la isla de El Hierro. /
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