Caras largas, una conversación muy limitada y escasa alegría por el hecho de viajar. Este es el retrato robot -seguramente injusto- de un adolescente que acompaña a sus padres de vacaciones. El panorama es muy similar en todas las familias. “Contigo vamos de bronca en bronca”, “no estás a gusto en ningún sitio”, “no sabes apreciar el esfuerzo que nos ha costado organizar esta escapada” son frases que escuchan los -aparentemente- insensibles chavales y chavalas. Las vacaciones se convierten así en un pulso que desgasta y provoca frustración. ¿Se puede evitar? Sí. Al menos, intentarlo.
Club de Educación y Crianza
Vacaciones con adolescentes: recetas para surfear entre la diversión y la bomba de relojería
Una adolescente, leyendo un libro en la piscina. /
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