Movilidad vacacional

Costa Brava en verano: 220 taxis y 70 VTC para una población que supera el medio millón de habitantes

Volver de noche a casa o moverse por el Empordà, una aventura diaria marcada por la carestía de transporte colectivo

Nueva batalla en el transporte: las VTC clásicas claman contra las "furgonetas pirata" para turistas

La movilidad entre Barcelona y la Costa Brava, un verano más en el atolladero

Protesta de VTC por las calles de Barcelona, en julio de 2022 / Zowy Voeten

Seis de la mañana. Una discoteca de la Costa Brava situada a tres kilómetros del municipio más cercano cierra sus puertas. El personal de seguridad va desalojando el lugar, y la chavalada, con mayor o menor equilibio, y mientras la luz del sol empieza a intuirse, inicia el camino de vuelta a casa. A un lado, en el aparcamiento, una hilera de coches con un padre o una madre que ha venido a recoger al niño o a la niña. Suelen esperar fuera del vehículo, con ojeras, moviendo la cabeza, buscando a la criatura. También esperan algunos taxis y un par de VTC. Cuenta un chófer que cada fin de semana se repite la misma situación: "Se tiran encima del capó para que les llevemos, pero vamos con una reserva previa. No podemos. La demanda supera de muy largo la oferta y la alternativa, que cojan el coche borrachos, debería hacernos pensar". Para que se hagan una idea del tamaño de la cosa, en toda la Costa Brava, desde Blanes hasta Portbou, hay 227 licencias de taxi (solo en Barcelona son 10.521), y la demarcación de Girona tiene inscritas 92 credenciales de VTC, de las que solo 70 están operativas.