Movilidad sostenible

Cinco razones por las que el turismo en tren no cuaja en nuestro país

Un tren con destino a París aguarda la entrada de viajeros en la estación de Sants, el pasado febrero / Ferran Nadeu

Da igual quien gobierne. A pesar de que una minoría de políticos, algunos con flamante mayoría absoluta, como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, nieguen el cambio climático, lo cierto es que la movilidad sostenible va ganando terreno en todos los ámbitos. Aupada, además, por una industria que no se habría puesto a ello si no hubiera detectado una demanda, y por ende, una sensibilidad por parte del potencial consumidor. En este tránsito hacia medios de transporte menos contaminantes, es obvio que el tren tiene un papel fundamental. Pero no solo para los recorridos vinculados al trabajo o los estudios. También para el turismo, el ámbito en el que sin lugar a dudas tiene más margen de crecimiento. Puede que el forastero vaya a Sitges en Rodalies desde Barcelona, y eso está muy bien, pero lo que aquí abordaremos son los grandes desplazamientos, incluso entre distintos países. Suelen asociarse al avión, pero hay todo un mundo de posibilidades en las vías de tren. Otros estados ya se han puesto a ello, pero aquí vamos en el vagón de cola. ¿Por qué?