La vejez de la comunidad LGTBI: más soledad, depresión y estafas amorosas

Jacinto Román, viudo de 63 años, practica Tai Tchí en la sede de la fundació Enllaç junto a otros usuarios. / Jordi Otix

La soledad no deseada, especialmente entre las personas de la tercera edad, es un problema en mayúsculas. Una fuente de dolor emocional que implica graves secuelas en la salud mental y física de los más mayores. Pero en el colectivo LGTBI esta factura aún es mayor. Lo sostiene la fundació Enllaç, que lleva 15 años trabajando con personas gais, lesbianas, bisexuales o trans, las cuales sufren un doble estigma cuando llegan a la última etapa de la vida. "Hablamos de una generación que no ha tenido hijos ni descendientes, que tuvo que romper con la familia porque les dejaron de lado y que ha perdido muchos amigos por la epidemia del VIH", detalla Àlex San Rafael, coordinador de la entidad.