Feminismos

"Y si se marcan los pezones, ¿qué pasa?": retrato de la generación que se ha liberado del sujetador

Para algunas jóvenes lo que empezó como un acto político ya no lo es: han sacado el sujetador de su imaginario (y de su armario) y ya ni se plantean volver a ponérselo

El largo confinamiento del 2020 también supuso un punto de inflexión para no pocas mujeres, que se acostumbraron a ir cómodas y se niegan a volver a opresiones pasadas

Cuatro amigas charlan sobre el uso del sujetador, este viernes en Barcelona. / MANU MITRU

Unanimidad absoluta en que se trata de una cuestión poliédrica, atravesada por un sinfín de condicionantes. ¿Se ha normalizado prescindir del sujetador? El entorno social importa. El tamaño del pecho, también. Influyen la moda y los contextos. Nada tiene que ver una mujer trans que usa el sujetador como forma de empoderamiento y lucha con una joven que decide quitárselo emulando a Kendall Jenner u otra que lo haga para revelarse contra los mandatos de género, o por una cuestión simplemente práctica, tras probar la comodidad que le supuso no llevarlo durante el largo encierro del 2020. “Lo importante es que su uso no sirva para dividir entre buenas y malas feministas. Cada mujer tiene el derecho a ponérselo o no sin ser juzgada, algo que ha pasado durante toda la historia: que si la falda demasiado corta, que si demasiada larga”, señala como punto de partida para afrontar la cuestión la antropóloga feminista Livia Motterle, quien en esta ocasión, subraya, habla más como feminista que como antropóloga.