Aurora Álvarez (Canales, León, 1955) emigró a Barcelona con 14 años. Dos años más tarde, comenzó a trabajar de dependienta en una papelería. Después fue cajera y más adelante, combinándolo con estudios nocturnos, entró en una ferretería, donde fue ascendiendo hasta llegar a secretaria del departamento de ventas. El año pasado, con 66 años y superada por una brecha digital que era incapaz de afrontar, decidió que había llegado la hora de jubilarse.
La brecha generacional
"La lucha nunca se acaba": la generación del esfuerzo, pendiente de las pensiones y de sus hijos
Las personas de entre 55 y 70 años siguen reivindicando derechos sociales que pensaban conquistados
Multimedia: Vivienda y salarios agrandan la brecha generacional
Aurora Álvarez, esta semana, en su casa de Barcelona. /
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