La brecha generacional

"La lucha nunca se acaba": la generación del esfuerzo, pendiente de las pensiones y de sus hijos

Aurora Álvarez, esta semana, en su casa de Barcelona. / RICARD CUGAT

Aurora Álvarez (Canales, León, 1955) emigró a Barcelona con 14 años. Dos años más tarde, comenzó a trabajar de dependienta en una papelería. Después fue cajera y más adelante, combinándolo con estudios nocturnos, entró en una ferretería, donde fue ascendiendo hasta llegar a secretaria del departamento de ventas. El año pasado, con 66 años y superada por una brecha digital que era incapaz de afrontar, decidió que había llegado la hora de jubilarse.