“Me genera pavor publicar una foto mía sin retocar”. La frase la pronunció Jedet, una actriz e 'influencer' a la que siguen en Instagram más de 460.000 personas. Como ella, miles de usuarios de redes sociales son incapaces de colgar una imagen de sí mismos que no haya pasado por un filtro que les quite el acné, les afine el mentón, les agrande los ojos o les deje una piel aterciopelada. Esa versión mejorada a golpe de clic hace que su propia percepción de su rostro se distorsione: las inseguridades aumentan y la autoestima baja. Y, en muchos casos, el destino final es una clínica estética para tratar de convertirla en realidad.
Dismorfia del selfi
"Me da pavor publicar fotos sin retocar": los filtros de Instagram impactan en la salud mental
Muchos tratamientos estéticos esconden problemas psicológicos no tratados
Los expertos piden protocolos para que la intervención estética no dependa solo del criterio del médico
Un grupo de jóvenes se hace un selfi. /
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