Con una jornada de ocho horas, e incluso de menos, si se trabaja lejos de donde se vive, los horarios de las escuelas infantiles públicas -de 8 a 15.00, durante el mes de septiembre en las de Barcelona- son objetivamente insuficientes. Este lunes empezó el curso en los centros de 0 a 3 de la capital catalana y el estrés se leía en el rostro de cientos de madres en el bus o en el metro, haciendo malabares para compaginar el periodo de adaptación de los más pequeños -el lunes, una hora, por la mañana; el martes, dos, pero por la tarde- y las demasiado a menudo nada flexibles jornadas laborales. Que el sistema falla, que es incompatible trabajar y criar sin dejarse la salud mental en el intento, es una idea de consenso, pero ¿cómo solucionarlo? Y, lo más importante para el hoy de tantas familias, principalmente madres, quienes en la mayoría de casos acaban sosteniendo el peso de los cuidados, ¿cómo gestionarlo mientras se soluciona?
Educación en Catalunya
La adaptación en las guarderías: el más difícil todavía de la conciliación
Las madres trabajadoras y sin red familiar tienen que hacer lo imposible para superar la primera semana en la escuela infantil
La racionalización de los horarios laborales sigue siendo la asignatura pendiente de la conciliación
Blanca juega con su hijo al salir de la escuela infantil, esta semana. /
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