"¿Miedo? A uno no le da tiempo a tener tener miedo, hombre. No te da para pensar en eso. Es todo coraje y rabia, ese era nuestro combustible. Y eso que alguno salió entre las llamas a toda pastilla". En las peores horas del incendio del Moncayo, cuando la incertidumbre y el fuego arrasaban las tierras de Bécquer en la tarde del sábado, las gentes de Vera de Moncayo (así como los de El Buste, Alcalá y un largo etcétera) se calzaron sus monos, se echaron a la espalda sulfatadoras y ramas de almendro y se subieron a los tractores mientras el pueblo sufría un desalojo frenético.
Vecinos ante el fuego
Unos héroes en John Deere: así se coordinó Vera de Moncayo contra el incendio
Una brigada vecinal y una docena de tractores comandados por el alcalde labraron los rastrojos, limpiaron las acequias y apagaron llamas con sulfatadoras y ramas de almendro para librar al municipio del avance del fuego
Parte de la brigada vecinal que luchó contra las llamas en Vera de Moncayo, en un campo calcinado junto al Monasterio de Veruela. /
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