Problemas en el transporte

Robo de cobre, una plaga disparada que retrasa más de 800 trenes al año

  • La sustracción de cables ya provoca más incidencias en la circulación ferroviaria que los actos vandálicos

  • Solo en el primer trimestre de 2022 hurtos como el registrado el lunes en Tarragona afectaron a 258 servicios

Pasajeros en la estación de Atocha afectados por la suspensión del servicio entre Madrid y Barcelona. / José Luis Roca

El kilo de cobre se pagaba hace dos años a 5,5 euros. Ahora mismo, pese a haber bajado en los últimos meses, su precio se sitúa en 7,7 euros. El metal supone un negocio boyante, legal e ilegal, con bandas dedicadas a robarlo, sobre todo cuando el material está caro, en transformadores y subestaciones, huertos solares, líneas telefónicas, tendido eléctrico y catenarias. Junto a los episodios vandálicos, sin ánimo de lucro, el delito supone un grave problema para el funcionamiento de los trenes en toda España. Según los datos proporcionados a este diario por el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), la sustracción de cables afectó el pasado año a 808 trenes. Solo en el primer trimestre de 2022, 258 ferrocarriles se vieron retrasados. El ritmo de los robos se ha intensificado en los últimos tiempos.