El kilo de cobre se pagaba hace dos años a 5,5 euros. Ahora mismo, pese a haber bajado en los últimos meses, su precio se sitúa en 7,7 euros. El metal supone un negocio boyante, legal e ilegal, con bandas dedicadas a robarlo, sobre todo cuando el material está caro, en transformadores y subestaciones, huertos solares, líneas telefónicas, tendido eléctrico y catenarias. Junto a los episodios vandálicos, sin ánimo de lucro, el delito supone un grave problema para el funcionamiento de los trenes en toda España. Según los datos proporcionados a este diario por el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), la sustracción de cables afectó el pasado año a 808 trenes. Solo en el primer trimestre de 2022, 258 ferrocarriles se vieron retrasados. El ritmo de los robos se ha intensificado en los últimos tiempos.
Problemas en el transporte
Robo de cobre, una plaga disparada que retrasa más de 800 trenes al año
La sustracción de cables ya provoca más incidencias en la circulación ferroviaria que los actos vandálicos
Solo en el primer trimestre de 2022 hurtos como el registrado el lunes en Tarragona afectaron a 258 servicios
Pasajeros en la estación de Atocha afectados por la suspensión del servicio entre Madrid y Barcelona. /
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