Igual que la gasolina acelera el fuego, la guerra de Ucrania se ha convertido en el vendaval que acrecienta la tormenta perfecta en África. El cereal, bloqueado en puertos del mar Negro, no llega y la crisis alimentaria crece día a día, insufla las revueltas y el malestar social y agita del difícil equilibrio en el que se mantiene el Sahel desde dos años atrás. Ucrania es el último grano de arena en una región –Senegal, Gambia, Mauritania, Guinea, Malí, Burkina Faso, Níger, Chad, Camerún y Nigeria– que vive una presencia activa de grupos yihadistas y retrocesos democráticos generalizados, donde aumenta el papel proactivo de mercenarios rusos y de grupos de crimen organizado y se obliga a desplazamientos forzosos. Suma a ello la paralización económica que ocasionó la pandemia, la retirada de las tropas de apoyo internacionales, el recorte de la financiación a las ONG, la escandalosa inflación actual, el cambio climático que condiciona las cosechas, las elevadas tasas de crecimiento demográfico (entre el 2,8% y el 3,8%) y también el hambre.
Crisis migratoria
La guerra de Ucrania prende la mecha de nuevas oleadas migratorias en Canarias
Bruselas y diferentes organismos internacionales alertan de que el bloqueo del Mar Negro aventura una "hambruna catastrófica" en los países del Sahel
Una muerta y 26 desaparecidos al naufragar una patera a 245 kilómetros de Canarias. /
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