Todo el complejo está pensado, ideado, creado, diseñado, distribuido y construido con un gusto exquisito. Se diría, pero no, no se puede decir, que todo es excesivamente guapo, moderno, perfecto, impecable. Pero es que así ha sido Leica desde que se creó, desde que Oskar Barnak, un experto en inventar microscópicos, convenció a su jefe, Ernst Leitz, allá por el año 1914, de que el futuro estaba en esa cámara Ur-Leica que acababa de inventar y con la que se podían captar, secuestrar, conseguir fotografías que, con el paso de los años, acabarían convirtiéndose en auténticas obras de arte y, sobre todo, en material imprescindible para que la gente supiese qué estaba ocurriendo en el mundo, tuviese recuerdos de su vida y, pese a la aparición de la televisión, más o menos en los arranques de los 50, se mantuviese como un instrumento único, incluso ahora que existen los móviles, para comunicar sensaciones y provocar el cosquilleo de la gente al ver las imágenes que produce analógica o digitalmente.
UN ICONO DE LA FOTOGRAFÍA
Visita a Leica, la mítica cámara que salvó vidas
La cámara alemana, creada, en 1914, por Oskar Barnack, posee un maravilloso complejo en la localidad alemana de Wetzlar
"La Leica es la extensión de mi ojo", llegó a decir el mítico fotógrafo Cartier-Bresson
Leica M4, con un impacto de bala, que le salvó la vida al reportero John A. Schneider, en la Guerra de Vietnam. /
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