Durante varias semanas, a finales de invierno, Pedro Sánchez se comportó igual que cualquier padre a quien sus hijos no dejan de interrumpir durante la cena de la Noche de Reyes para saber si queda mucho para que lleguen los regalos. Cada vez que le preguntaban cuándo dejaría de ser obligatoria la mascarilla en interiores, el presidente del Gobierno respondía “más pronto que tarde”, “ya queda menos” o “se empiezan a dar las condiciones necesarias”. Y así es como se llegó, con Sánchez dando largas a una España ansiosa, al anuncio de que la prenda por fin quedaría desterrada bajo techo a partir del 20 de abril.
Un mes de la relajación frente al coronavirus
El ocaso de la mascarilla: de gran salvadora a prenda que acumula polvo
Un hombre mayor que continúa llevando la boca tapada en todo momento, el director de un karaoke y una psicóloga hablan del cambio que ha supuesto el fin de la obligatoriedad de la prenda en interiores
Un supermercado de Barcelona, el día en el que entró en vigor el fin de la obligatoriedad de usar mascarilla en interiores. /
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