Hasta la fecha, ONU-Habitat se ha centrado en mejorar el planeamiento de grandes concentraciones urbanas, las que ya existen y las que están por venir. A través de su programa global de intervención en ciudades, incorpora el concepto de resiliencia urbana, o lo que es lo mismo, trata de que las grandes metrópolis tengan un diseño a escala lo más humana posible. Se ha trabajado en urbes como Dakar, Maputo, Asunción o Barcelona, pero nunca, hasta ahora se había entrado a analizar un territorio concreto no asociado a una ciudad. Sucederá con las Terres de l'Ebre gracias al acuerdo alcanzado entre Naciones Unidas y el Govern, un pacto rubricado este martes en Nueva York por el 'conseller' de Polítiques Digitals i Territori, Jordi Puingeró, y la directiva ejecutiva de ONU-Habitat, Maimunah Mohd Sharif.
La fragilidad de las Terres de l'Ebre no precisa demasiada presentación a este lado del Atlántico. El cambio climático, con la la reiteración de temporales cada vez más virulentos, pone en jaque este enclave del sur de Catalunya. Al margen de los programas autonómicos y estatales para recuperar y proteger el entorno, la hoja de ruta de la ONU marca un calendario a cuatro años vista, desde la identificación de retos y carencias ante las transformación económicas, territoriales y sociales, hasta la diagnosis y las recomendaciones de actuaciones prioritarias que deberían llevar a cabo tanto la Administración como la sociedad civil.
Nuevas oportunidades
Se, trata, en palabras de Puigneró, de "cuatro comarcas con singularidades muy distintas pero interconectadas". Según la directora general de Nació Digital i Agenda Urbana de la Generalitat, Maria Galindo, "las Terres de l'Ebre tienen un gran interés para la ONU por sus retos económicos, sociales y demográficos que convierten este territorio en un lugar idóneo en el que desarrollar este proyecto piloto". Hay, según el diagnóstico previo del Govern, algunos desafíos ya muy marcados, como la "existencia de un entorno natural frágil que hay que preservar", una "economía tradicional" que convive con las "nuevas oportunidades económicas", los "retos demográficos", la "identidad específica" de la zona y el "reto energético y el escenario postnuclear".