"Principalmente vengo a buscar comida", dice sin tapujos Alina Kicha, una ucraniana de Montornès (Vallès Oriental) que ha acogido a dos compatriotas huidos de la guerra. Está sentada bajo la puerta de una agencia de viajes convertida en distribuidora de todo tipo de productos para los refugiados que llegan a Catalunya y a las familias que los cobijan. Alina Kicha y su marido han visto como sus ingresos mensuales no dan para cubrir los gastos de dos adultos más. Alrededor de 200 personas acuden cada día al local de la barcelonesa calle de la Diputació. "La gente se ha puesto a mandar ayuda humanitaria a Ucrania, pero muchos de los refugiados ya están aquí y no tienen nada", insiste la también ucraniana Olena Gvozdeva, dueña de la agencia y coordinadora en busca de ayudas económicas para estos hogares.
Refugiados
La solidaridad tiene un precio: los apuros de los ucranianos de Barcelona para ayudar a los recién llegados
Familias en ERTE, en el paro o sin papeles piden ayudas a la Administración para afrontar los gastos que comporta alojar refugiados en casa
Una agencia de viajes en la calle de la Diputació se convierte en centro de distribución de ropa, comida y productos de higiene para unas 200 personas a diario
Interior de la agencia convertida en centro de ayuda a los refugiados de Ucrania /
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