Si la mariposa es Vladimir Putin y su aleteo, la invasión de Ucrania, la teoría del caos, primero en forma terrestre y luego, a la vista de la resistencia, con ataques aéreos, solo ha golpeado dentro de los límites del país asediado. Porque muy lejos de ahí, lo que se ha generado es una oleada de solidaridad, una cadena de ayuda que ha obligado a llevar la logística a niveles superlativos. La diáspora de refugiados, mucho más que la escalada del precio de los carburantes o los efectos sobre las economías vecinas, es ahora el principal reto de Europa a corto plazo. Y en una pequeña aldea de Barcelona, en la estación de Sants, son muchos los que están en ello, de manera coordinada y anónima. Renfe y Cruz Roja han generado un matrimonio de conveniencia para dar continuidad al tránsito de todas las personas que huyeron de las bombas. Van camino de una vida nueva. O quizás, sin saberlo, acaban de llegar a casa. Este es el relato de su desembarco en la ciudad.
Crisis humanitaria
La estación de Sants y el primer abrazo a la diáspora de refugiados ucranianos
La estación de trenes ha consolidado una logística eficaz, gracias a la colaboración de Renfe y Cruz Roja, para atender a los cientos de personas que llegan huyendo de la guerra
Cada tren es una sorpresa, con familias que están en tránsito hacia otras ciudades y otras que se quedarán en la ciudad sin ningún vínculo y sin conocer nada
Una mujer refugiada se retrata junto al área de atención a ucranianos, en la estación de Sants, el miércoles /
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