A Sara le gustaba mucho tocar el piano. En los últimos meses practicaba a diario e incluso se había animado a componer alguna pieza propia. Abría la tapa del instrumento que le había regalado su abuelo y dejaba que el sonido envolviera toda la casa. Le encantaba. Otra de sus pasiones era la naturaleza, de hecho, en el colegio formó parte de un grupo de laboratorio que realizaba experimentos y mantuvo su colaboración con el profe Alberto pasado el tiempo, que era el que se ocupaba de coordinar esa parte de investigación. Para la comunidad escolar, y también para su propia familia, Sara era la niña de la eterna sonrisa, siempre alegre, disfrutando de la vida y de sus amigos, intentando que nunca nadie se quedara al margen.
Donación de órganos
Las cinco vidas que salvó Sara
La familia de una joven viguesa que falleció el pasado 23 de noviembre en un accidente de tráfico recibió esta semana la noticia de que los receptores de sus órganos evolucionan bien
El matrimonio de Rosa Soto y Antonio Regades junto a su hija Marta muestran la fotografía de Sara.
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