Estos pinos son los que florecieron después del gran incendio que asoló a La Palma en 2016. Entonces ardieron 4.864 hectáreas de terreno (el 7% del terreno de la isla) y el fuego le costó la vida a un agente forestal de la isla. En las zonas en las que el incendio provocó un daño mayor, los pinos no volvieron a florecer igual. «Han tenido un crecimiento en escobilla», explica el biólogo, que indica que esta forma de llamarlo hace alusión a que su forma es muy similar a la de las escobillas utilizadas para limpiar los retretes. En este tipo de formación la mayor parte de las acículas emanan del tronco central, en lugar de distribuirse por las ramas, que es lo normal.
Estragos del volcán
La lluvia ácida y la ceniza tiñen de amarillo el paisaje del sur de La Palma
Los pinos nacidos tras el incendio de 2016 toleran peor el ambiente tóxico del volcán
Estragos en los últimos brotes verdes
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