La directora del Instituto Geográfico Nacional (IGN) en Canarias, María José Blanco, quiso dejarlo claro: «[El volcán] está en un proceso más estable y con un nivel más bajo de actividad», pero, «desde luego, a corto plazo la erupción no va a terminar». Cuando habló de «a corto plazo» en la rueda de prensa sobre la evolución del volcán, la científica especificó que es en torno a dos semanas. Los parámetros que radiografían al minuto el estado de la erupción siguen indicando esa tendencia a la baja, sobre todo en los niveles de dióxido de azufre (SO2) en el penacho que se situó en uno de sus valores más bajos de toda la serie histórica del proceso eruptivo al situarse entre 3.000 y 3.500 toneladas diarias, según las mediciones realizadas por sensores ópticos del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan). En cualquier caso, este valor tendría que situarse por debajo de 1.000 para atisbar el final.