Según una encuesta municipal, un 28% de los barceloneses dicen que se marcharían de la ciudad si pudieran, pero son muchos, muchísimos menos los que no dan el paso. Al margen de este porcentaje, hay otra cifra, otro fenómeno, que no habla de querencias, sino de necesidad y posibilidad. Son los que se van de verdad porque la ciudad no les ofrece lo que les hace falta, o porque no se pueden permitir seguir aquí. Es lo que en parte le sucedió a Noemí y Rubén, padres de dos hijos, uno de ellos, Emma Joana, con espina bífida, lo que exige un tipo de vivienda que en la gran ciudad cuesta un riñón. Se han marchado a Vilassar de Mar, donde tienen nuevo hogar y nueva escuela. También nueva enfermera para su hija, una asistencia sanitaria que les ha costado dios y ayuda conseguir.
Educación
Escuela inclusiva: la triple lucha por una enfermera para la pequeña Emma Joana
La familia Pocull Font se mudó de Barcelona a Vilassar de Mar y tuvo que remover cielo y tierra para que su hija, con espina bífida, mantuviera la asistencia sanitaria durante las horas de cole
Emma Joana, Noemí, Rubén y Miquel. La familia Pocull Font al completo /
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