Tiene esclerosis múltiple. Ya no hay mejora posible. Está siguiendo el proceso legal de ayuda a morir. Es una mujer muy fuerte y clara. Posee aún la mente lúcida, aunque a veces le faltan algunas palabras. Quiere dejar un legado de lo que está viviendo. He pensado en ti. Sólo ha pasado un minuto de la conversación telefónica y Artur Rettenberger resume en siete frases seguidas por qué se ha puesto en contacto con esta redacción. Rettenberger es amigo, de los de verdad, de Doerte Lebender, una alemana (Darmstadt) que acaba de cumplir 59 años y a la que hace 35 años le diagnosticaron una enfermedad progresiva, degenerativa e incurable que afecta al sistema nervioso central. Poco a poco, día a día, pierde el control de su cuerpo. Hace años que no puede caminar; apenas tiene movilidad en los brazos, ni siquiera fuerzas en los dedos para apretar el botón de auxilio que hace saltar la alarma en la Cruz Roja. No controla los esfínteres. Necesita ayuda las 24 horas. Su amigo se ha convertido desde hace casi un lustro en su abnegado cuidador, a veces a costa de su propia vida y salud: tiene una hernia, ha perdido mucho peso, está agotado física y mentalmente.
Enfermedad degenerativa
Doerte Lebender: el largo camino a la liberación de la mujer de Ibiza que eligió la eutanasia
"Me diagnosticaron esclerosis múltiple a los 24 años. Pero lo peor empezó hace 10 años. Es cuando comencé a sentirme fatal", explicaba
Doerte Lebender en su apartamento de Vila.
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