Ciudades Cuidadoras

La enfermería jugará un papel clave en la estrategia pública de cuidados en las próximas décadas

Incrementar las ratios de profesionales, reforzar los recursos y conseguir una atención personalizada son los principales retos a los que se enfrentan los profesionales

La decimoctava sesión del ‘Foro de Debate Ciudades que Cuidan’, organizado por Fundación Mémora, ha analizado la situación actual y los desafíos de la enfermería

La enfermería juega un papel fundamental en los cuidados y ha estado en primera línea de la lucha contra la pandemia / Shutterstock

La enfermería ha jugado un papel clave en la lucha contra la Covid-19 y siempre ha estado en primera línea de los cuidados. En una sociedad en la que una de cada cinco personas es mayor de 65 años, y con desafíos tan importantes como los problemas de salud crónicos, la atención a los cuidados de la etapa final de la vida y, sobre todo, los profesionales de la enfermería jugarán un papel esencial en las próximas décadas. En este sentido, es fundamental reforzar con más profesionales, dotarles de recursos suficientes y lograr una atención personalizada centrada en la persona.

Todo ello se ha debatido en la decimoctava sesión del ‘Foro de Debate Ciudades que Cuidan’, organizado por Fundación Mémora, y que bajo el título “La enfermería en la ciudad que cuida” ha analizado con expertos del sector la situación actual de la profesión y los desafíos que enfrentarán en los próximos años a causa del envejecimiento de la población.

Los cambios demográficos han provocado una evolución del sistema sanitario y sociosanitario en los últimos años, a pesar de una convivencia que se ha dado la espalda durante mucho tiempo. Se han mejorado equipamientos y los modelos han evolucionado junto con las nuevas tecnologías. “Ha habido una adaptación a los cambios que produce el envejecimiento de la población. El aumento de la esperanza de vida ha traído nuevas patologías y debemos adaptarnos para asegurar una vida digna y tener en cuenta la opinión de los usuarios”, explica Fernando Martínez, presidente de la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica (SEEGG). Para el experto, el nexo de unión entre las dos asistencias tiene que ser la humanización de los cuidados. “Debemos empoderar a las personas e incrementar los recursos tecnológicos para personalizar, aún más, la atención a los usuarios”, destaca Martínez.

Los efectos de la pandemia

El Covid-19 se ha cebado especialmente con aquellas personas más vulnerables, las personas mayores, que han concentrado la mayoría de las muertes de la enfermedad. “Millones de profesionales han cuidado de la población, incluso dando su vida para estar a pie de cama”, asegura Martínez. Los profesionales de la asistencia y la enfermería han tenido que hacer sobreesfuerzos para gestionar la situación y han pagado un precio negativo. “Toda esta situación ha supuesto muchas horas de trabajo, descansos anulados, vacaciones suspendidas y una carga emocional que ha pasado y pasará factura”, apunta Martínez, que cree necesario revisar las ratios de profesionales en los centros sociosanitarios y, sobre todo, en enfermería.

Josep Paris, exgerente del Col·legi Oficial d’Infermeria de Barcelona y actual director de Desarrollo Corporativo de Serveis Funeraris de Barcelona, coincide con él. “La pandemia ha visibilizado la necesidad imperiosa de tener enfermeras bien formadas y poner sobre la mesa que faltan más profesionales en este país”, aseguró el experto y advirtió que las jubilaciones de los próximos años aún supondrían un impacto mayor en la falta de especialistas. “Allí donde habían más enfermeras, se han producido menores tasas de mortalidad”, recuerda Martínez.

La sobrecarga laboral ocasionada por la pandemia, tendrá efectos negativos sobre la salud mental de los profesionales de la enfermería

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Los principales sindicatos del sector, como SATSE, ya han advertido a lo largo de la pandemia que toda la sobrecarga de trabajo y toda la carga emocional podían empeorar la salud mental de un colectivo ya castigado. “Comienzan a salir los primeros estudios y la fatiga pandémica entre los profesionales es clara. Es importante remarcar el autocuidado de las enfermeras y poner unas estrategias sobre la mesa que pidan a los centros cuidar de sus profesionales”, asegura Paris.

Compartir cuidados

El cuidado no debe caer solo bajo la responsabilidad de los profesionales. Es un reto que se debe de afrontar socialmente. “El cuidado nos hacer ser más humanos y nos desarrolla como seres emocionales que conectan con los demás”, asegura M. Lourdes Jiménez, profesora de enfermería de la Universidad de Valladolid y miembro del grupo Aurora Mas.

Para Martínez es “fundamental” que toda la familia asuma el rol del cuidado y, cuando esta no llegue, sea la sociedad en conjunto quien asuma el papel. En este sentido, el experto también critica la brecha de género. “La mujer, que ha asumido siempre el rol de los cuidados, se ha incorporado al mercado laboral pero, lamentablemente, el hombre aún no colabora”, apunta Martínez.

En este sentido, es importante desterrar la asociación entre el cuidado y el servilismo. “Cuidar es una práctica humanizadora, pero muy poco valorada por la sociedad. Debemos potenciar el cuidado profesional y no profesional. Una ciudad que promueve el cuidado entre sus ciudadanos tiene equipos transdisciplinares donde la enfermería aporta respuestas necesarias para abordar las necesidades de las personas”, asegura Martínez. Y Paris añade más: “El liderazgo del cuidado tiene que ser de los profesionales de la enfermería”.

La enfermería, a través de su experiencia en los cuidados, puede liderar el cambio hacia una sociedad cuidadora

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Soledad no deseada e individualismo

Pero para lograr ciudades realmente cuidadoras es esencial combatir la soledad no deseada y el individualismo. Cristina Muñoz, responsable de Programas y Calidad en el Centro San Camilo, destaca el papel de la enfermería a la hora de detectar problemas de soledad no deseada. La Pandemia tuvo un impacto potente con cifras importantes de muerte en soledad, dado que la situación impedía que las familias pudieran despedirse de sus seres queridos, sobre todo, en las residencia. En este sentido, la experta destaca “las fórmulas alternativas de despedida” que se impulsaron desde la enfermería para mejorar el proceso de duelo.

“Desde la enfermería estamos presentes y tenemos herramientas para percibir la situación de la persona, que nos permite identificar situaciones de soledad no deseada y distinguirlas de problemas de aislamiento o soledad buscada”, asegura Muñoz. Para Jiménez, por su lado, el individualismo de la sociedad juega un papel importante en estas situaciones.

“El individualismo se ha saltado los derechos de las personas y ha debilitado los vínculos sociales. Pensamos más en la producción económica y no tanto en la afectiva; en el beneficio que nos aportan las personas. No se reconoce el papel de los mayores en la sociedad y las conductas edadistas invisibilizan sus aportaciones. Tenemos que darle la vuelta a esta situación”, explica Jiménez.