La mayoría de los más de 5.000 evacuados por el volcán de La Palma viven con incertidumbre por saber qué habrá pasado con sus casas. Mantienen la esperanza de que sus viviendas no sean devorada por la lengua de lava que camina hacia el mar. Muchos están nerviosos. Otros se lo toman con filosofía. «Es la vida», dice la alemana Ursula Schmit, de 71 años, mientras come en el coche donde ya lleva más de 24 horas.
Pesadumbre en La Palma
"Mamá, lo perdemos todo"
Daniel Álvarez y Kley Melián, con su hija de 16 años, cogieron lo indispensable antes de dejar su casa y su negocio
Los nervios por la incertidumbre carcomen a los afectados
La lengua de lava fluye dirección al mar en la isla de la Palma /
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